Curso escritura

Realismo sucio

Muy buenos días Personas, hoy os voy a hablar del realismo sucio.
Este finde de tres días ya asoma la nariz, junto a un radiante sol mañanero que presagia una buena jornada. No sufráis, el lunes no me tomo fiesta de vosotros y os traeré una nueva publicación.

Realismo

Realismo

 

Si habéis leído mi descripción veréis que me defino como un escritor joven que en relato corto se siente más a gusto con un género similar al realismo sucio, término que no he inventado yo.

Entremos en materia: ¿Qué es el realismo sucio? Es un movimiento literario nacido en Estados Unidos en la década de los setenta. Algunos críticos lo catalogan como una parte del minimalismo literario, puesto que es un genero narrativo que pretende reducir el texto a los elementos esenciales, cuyos personajes suelen ser personas corrientes que no viven grandes aventuras ni tienen una profunda personalidad ni una psique desarrollada.
Tampoco tiene el texto una forma compleja ni adornada, el lenguaje es plano, sencillo y directo, sin adornos, ni florituras, ni lirismos desenfrenados. Tampoco los necesita, el contexto de la narración ya lo explica todo.

Se podría llegar a pensar que el realismo sucio es entonces un género sencillo de escribir, nada más lejos de la realidad: toda la atmósfera del relato, en conjunción con el lenguaje de aspecto descuidado y parco, está meticulosamente trabajado. No se escribe el realismo sucio desde la vaguedad, se hace desde la trabajada inventiva que escoge meticulosamente cada palabra para darle al texto un aire descuidado. Algo así como quien pasa horas frente a un espejo, gomina en mano, para lograr un peinado «efecto descuidado».

El realismo sucio nace de la necesidad de dejar atrás ciertos géneros literarios cargados de pompa y ostentación, que nada aportan realmente y que solo sirven para rellenar las páginas, y el ego, de escritores mediocres con gusto por usar palabras largas y con cierta musicalidad.

Este movimiento da al lector lo que quiere: una historia fácil de leer, con contenido, de lenguaje directo y con situaciones y personajes con los que sentirse identificados, debido a la cotidianidad de los mismos.

Los autores más destacados de este movimiento son : Charles Bukowski, William Sydney Porter ( O.Henry), J.D Sallinger, Jhon Fante, Pablo Palacio, Juan M. Velázquez, Karmelo C. Irribaren e Iban Zaldua entre otros.

En lo que respecta a mi prosa, me gusta denominar el estilo de alguno de mis relatos cortos como: «realismo manchado», puesto que es un realismo salpicado de esa «suciedad» propia que tiene dicho realismo. Los textos suelen ser sencillos y cargados de crudeza, con personajes sencillos y situaciones análogas, también presentan altas dosis de crítica e ironía, con un humor un poco ácido. También es posible encontrar algo de lirismo, una pizca, para acabar de formar el texto y es precisamente por esa mota de finura es que llamo a mi realismo «manchado» y no «sucio». Se asemejan bastante, pero no son lo mismo.

Si queréis ver un ejemplo de lo que os hablo tenéis el texto «Fases del duelo» en el cual se cumplen todas las cosas que he dicho que tenía mi realismo particular.

Pues por esta semana y mes, esto es todo, el lunes volveré con un artículo nuevo. Para cualquier duda, sugerencia o demás tenéis la caja de comentarios.

Sed buenos, leer mucho, vivid aventuras cotidianas y ensuciaros si queréis, en literatura todo está permitido.

Un saludo.

Intertextualidad

Buenos días Personas, hoy toca hablar de la relación entre diferentes textos: la intertextualidad.

Intertextualidad

Intertextualidad

El lunes os hable de los tres tipos de formatos de prosa que podemos encontrar: el microrrelato, el cuento y la novela.

Si alguno de vosotros ha estado investigando por su cuenta, (cosa que os recomiendo encarecidamente que hagáis, así tendréis más puntos de vista sobre un mismo tema y os podréis formar una mejor opinión personal) tal vez os hayáis topado con una palabreja de complicada pronunciación y difícil comprensión lectora: «intertextualidad»

La intertextualidad no es más que la relación que tienen unos textos determinados entre sí.

El concepto lo acuñó Mijaíl Bajtín, filólogo ruso del siglo XX. Batjín formuló en los años treinta la teoría que concibe la novela un conjunto de ideas de inspiración ajena. Esta teoría se basa en que antes de ser escritor se ha sido lector, y que cada texto y autor que se lee nos va forjando como escritores. Algo así como cuando un orfebre trabaja el metal hasta conseguir una joya.

En la década de los sesenta, Julia Kristeva publicó su artículo «Bajtín, la palabra, el diálogo y la novela» en la que da vida al vocablo «intertextualidad». Según Kristeva la intertextualidad remplaza a la intersubjetividad ya que el texto no se transmite de escritor a lector sino a través de unas formas literarias que hacen mención a otros textos. A partir de ese momento diversos autores adoptan y modifican el término, catalogando diferentes tipos de intertextualidad.

Por poneros un ejemplo os pongo a
Gérard Gennete, el cual tiene una visión muy acotada y concreta de la intertextualidad, para él solo hay tres tipos: la cita, cuando en un texto aparece una referencia directa, clara y declarada a otro texto, y el plagio, que es la copia literal y no declarada de un texto, y la alusión, que consiste en el texto cuya comprensión nos lleva ver, de manera inequívoca, a que texto hace referencia.

De este modo la cita manda al lector a un texto y autor en concreto, sin que este tenga que estar familiarizado con el autor citado ni con su obra. Sin embargo tanto el plagio como la alusión requieren que el lector reconozco a quien quiere remitirle el autor, y esto solo es posible si el lector conoce los autores y obras mencionados o «copiados».

Explicado el término voy a introduciros un tipo de intertextualidad muy personal: la auto intertextualidad. La auto intertextualidad o cohesión literaria por tramas consiste en la relación que guardan los textos entre sí por aparecer en ellos personajes y/o lugares creados por el mismo autor y utilizados en otro de sus textos. Por ejemplo: en «El Hobbit» de J.R.R. Tolkien se narran las experiencias de Bilbo Bolsón, junto a Gandalf y un grupo de enanos, en Bolsónrra Media, en «El señor de los anillos» Bilbo y Gandalf vuelven a aparecer, pero esta vez el protagonista es Frodo Bolsón, el cual tiene la misión de destruir el anillo que su tío Bilbo consiguió en sus aventuras anteriores, narradas en «El Hobbit».

Siguiendo con la auto intertextualidad yo distingo entre dos tipos: la inmediata y la diferida. La inmediata es cuando el autor narra a través de otro personaje algo que ha transcurrido en capítulos anteriores, ejemplo de esto es mi serie de novelas «Gemelos» , de la cual podéis leer fragmentos en este mismo blog. En ella los protagonistas son Sagre y Megrez, los cuales tienen vivencias diferentes, en lugares distintos, pero ambos al mismo tiempo. Las acciones de uno corren el riesgo de afectar al otro, puesto que al ser idénticos a menudo suelen pensar que son la misma persona.

La auto intertextualidad diferida es la que sucede en el caso de «El Hobbit» y «El señor de los anillo» las cuales comparten personajes y localizaciones pero en tiempos distintos.

Un ejemplo propio es el personaje de Arrael, tanto Sagre como Megrez le conocen, pero en momentos y lugares diferentes. Arrael es el co-protagonista de la serie de novelas «Al oeste del mar de las tres crestas», aún por finalizar, en el cual apareceran los dos protagonistas de «Gemelos» pero vistos desde el punto de vista de Arrael, es decir, como la misma persona.

Nada más que añadir, espero que estéis disfrutando de este viaje de introspección literaria por el que os estoy conduciendo y os sirva para aprender más sobre un arte tan complejo y bonito que a menudo se infravalora por ver solo la superficie, sin saber todo lo que hay detrás.

Sed buenos y sopesad la idea de haceros con un compañero de papel ahora que llega el buen tiempo y apetece salir fuera.

Un saludo.

Microrrelato, relato corto y novela

Buenos días y buen inicio de semana Personas, hoy vengo a hablaros de los tres tipo de escritor, basados en su extensión: microrrelato, relato corto y novela.

Microrrelato

Microrrelato

En anteriores publicaciones os he hablado de la importancia de un narrador, la del conflicto, que género exigía más imaginación y cual era un ejercicio de documentación e investigación y sobre como ha evolucionado la publicación de textos literarios es este último siglo.

Hoy os vengo a hablar sobre las tres modalidades de prosa que existen hoy en día, las cuales son: el microrrelato, el relato corto, o cuento, y la novela.

Empecemos por el microrrelato. Los orígenes del mismo son relativamente recientes. Si bien la escritura breve nos ha acompañado a lo largo de casi toda la historia de la comunicación escrita, desde las instrucciones sumerias, como las de Shurupak, egipcias, pasando por los epitafios, aforismos y epigramas de la cultura grecorromana, sin olvidar los bestiarios y de la Edad Media y las sentencias de El conde Lucanor, sin olvidarnos de los haikus, el Panchatantra de la India y los textos de los Sarcófagos egipcios.

El microrrelato como tal nace en el vanguardismo y en el modernismo hispanoamericano. De la mano de autores como Leopoldo Lugones, Macedonio Fernández, Jorge Luís Borges , Adolfo Bioy Casares, Clara Obligado, Julio Cortázar, Juan Ramón Jiménez, Max Aub o Ramón Gómez de la Serna, por nombrar algunos, nos llegan una serié de escritos con una extensión corta y un amplio rango de temas.

El microrrelato debe ser breve, conciso y directo. En tan solo unas líneas debe hacernos llegar su mensaje, puesto que por muy corto que sea ha de tener las tres partes fundamentales de todo texto narrativo: inicio, nudo y desarrollo.

Para mí, el microrrelato es una explosión creativa que prácticamente se escribe sin correcciones posteriores. Es un género fugaz, nos es otorgado por una musa, junto con la compulsión de escribirlo, y una vez escrito lo miramos y observamos nuestro trabajo de improvisación. Dicho trabajo no requiere de horas y horas devanándose los sesos a la búsqueda de las palabras adecuadas para dar toda la intensidad y sentido que queremos el texto. El microrrelato nace perfecto o no nace, y por tanto debe ser descartado o convertido en un relato corto o novela mediante posteriores trabajos de inventiva y corrección.

Hablemos ahora del relato corto. El cuento es un género que nace del equilibrio perfecto entre genio y esfuerzo. No requiere demasiado trabajo y es perfecto para escritores y escritoras de vida ajetreada. Al disponer de más extensión el escritor esta modalidad de escritura permite tramas más complejas y elaboradas, personajes más profundos y un pequeño lugar para que el autor deje su huella personal y el lector capte su estilo y formas de escritura. Una dificultad de los relatos cortos es que no pueden quedar inacabados, al final del texto todo debe quedar cerrado, aquí no hay segundas partes, y, como ya comenté anteriormente, no vale cualquier final. El lector se merece irse con buen sabor de boca y sentir que todo lo que ha leído anteriormente ha servido a un propósito.

Para finalizar hablaremos de la novela. En la novela prima más el pulido que la idea. Es un género que exige mucho trabajo de corrección, puesto que se suele dar mucha información al lector y este ha de ser capaz de entenderla toda. A menudo una novela tarda mucho más en ser corregida que en crearse su borrador, ( ejem, como es mi caso).

Algo típico de las novelas es que tengan varias partes. Este hecho es debido principalmente a que, al pasar tanto tiempo desarrollando y puliendo una historia y a sus personajes, a los escritores y escritoras se nos ocurren nuevas tramas para estas historias y personajes, a veces nos sentimos incluso con la obligación de alargar una historia que tanto esfuerzo nos ha conllevado y que no queremos ver morir tan pronto. Volviendo a los personajes, es en las novelas cuando los mismos pueden evolucionar y desarrollarse, delante de los ojos del lector.

Pero ojo, todo cambio o evolución del personaje debe ser justificado y no por capricho del escritor o exigencias de la trama. Es muy habitual, sobretodo en cine, encontrar al típico personaje cobarde que de repente, y por intervención divina, se vuelve valiente, sin ni siquiera darle una explicación a su arrojo, ni que sea por puro subidón de adrenalina.

Ese tipo de cosas son las que cabrean a los lectores, porque se ve la mano del escritor detrás de una sonrisa malvada mientras murmura: «esto lo hago porque es la única manera que tenía de seguir la historia y me daba pereza tener que reescribirla».

Otro riesgo típico y síntoma de las revisiones insuficientes es que, al tener la novela tantas páginas, se olvide lo que anteriormente se ha escrito y se vuelva a hacer referencia a un hecho de manera diferente a como se ha mencionado 200 páginas atrás. Es más común de lo que parece, pero por suerte las novelas se releen muchas veces antes de publicarlas, al menos, en teoría.

En conclusión, toda modalidad de escritura tienes sus pros y sus contras y depende de cada escritor y escritora estar cómodo con uno un otro. En mi caso: siempre que me viene la oleada de inspiración microrrelato. Cuando tengo ganas de escribir pero poco tiempo para hacerlo, cuento. Si dispongo de muchísimo tiempo para darle vueltas y forma a una idea, novela.

Pues eso ha sido todo por hoy, si tenéis cualquier duda o comentario tenéis a vuestra disposición la opción de hacerlo.

Sed buenos y empezad la semana con energía, alegría y con una historia bajo el brazo, vuestra o ajena.

Un saludo.

Curso escritura

Escoger al narrador correcto

Buenos días Personas, hoy hablaremos sobre la importancia de escoger al narrador correcto.

Escoger

Escoger

En publicaciones anteriores os he hablado de varios elementos importantes a la hora de escribir un buen relato o novela, como son la estructura, el tema, la trama, lo que hace que esta avance y la importancia del conflicto. Hoy os voy a hablar de un elemento muy importante y que para muchos pasa por alto, dada su inherencia en todo escrito: el narrador y como escoger el más idóneo.

De narradores hay muchos tipos y clases, depende a quien le preguntéis, yo los clasifico en tres grandes tipos: el que está en la historia, como por ejemplo el narrador protagonista, el narrador que no está en la historia, omnisciente, y el que por su forma puede estar dentro de la historia o no, como el deficiente. Estos últimos no los separaré de los dos primeros, puesto que al hacerlo podría perder la continuidad y afectar a la capacidad de entender el texto.

El tipo de narrador lo escoge siempre el escritor, aunque algunas veces el propio texto nos pide a gritos un tipo en concreto o incluso según cuál escojamos haríamos que el escrito perdiera completamente el significado o incluso la capacidad de que el lector se crea lo que está leyendo y sea incapaz de sumergirse en la historia que tiene delante.

Vayamos por orden, empezaré por los narradores que están en la historia.
En primer lugar tenemos al narrador intradiegético, o el que habla en primera persona. El intradiegético se divide en tres: el narrador protagonista, que como su nombre indica es el personaje principal que nos está contando de primera mano su historia.
El narrador testigo, que no es el protagonista pero puede ver todo lo que este hace.
Y finalmente el monólogo interior, este narrador se habla a sí mismo, sin pretender que nadie le escuche, en este tipo de narrador los lectores adquieren la capacidad de seguirle al narrador el hilo de sus pensamientos. Todo el texto mana directamente de la cabeza del narrador. Como ejemplos de este tipo están James Joyce, en la parte en que Molly deja a su marido en una interminable carta sin comas, ni puntos, ni nada que le haga amena esa parte al lector, y Virginia Wolf.

Después está el narrador autodiegético o en segunda persona. Este narrador tiene la particularidad de que le habla directamente al lector, como si se tratase de alguien a quien conociese. Al hacer esto se pretende dar un aire informal y cercano al texto. Un ejemplo de esto es mi relato «Angelines y un señor de Cuba«.
El narrador equisciente es aquel que se mete dentro de un personaje y, siempre de manera objetiva y en tercera persona, narra lo que este ve, sabe e interpreta de lo que sucede a su alrededor. Este narrador se parece mucho al narrador testigo, sólo que el equisciente habla en tercera persona.

Pasemos ahora a los narradores que están fuera de la historia.
El narrador extradiegético o en tercera persona. Este narrador habla de uno o varios personajes, generalmente en pasado. El narrador en tercera persona cuenta también con tres subdivisiones: el narrador omnisciente, que es el que lo sabe todo y  puede meterse dentro de la cabeza de todos los personajes para saber como son y como piensan en todo momento.
El narrador testigo, es muy similar al narrador con el mismo nombre que sí participa en la historia que cuenta. El narrador testigo ajeno a la historia suele incluirse a sí mismo dentro de la misma, pero en calidad de observador y no de participante activo.
El narrador deficiente, también llamado objetivo o cámara. Es un narrador que cuenta lo que sucede en una escena determinada, sin aparecer en ella, como si la observase a través de una cámara que alguien hubiese puesto ahí. No sabe nada de lo que piensan los personajes, ni lo que harán después, solo cuenta lo que ve en tercera persona, siendo completamente imparcial y objetivo.

Ahora que ya os he presentado a los narradores os hablaré de la importancia de escoger un tipo u otro según el texto que queramos escribir.
Supongamos un relato de misterio, en el que sucesos extraños acontecen en una casa abandonada. ¿Que narrador sería el mejor? ¿Cómo se cuál escoger? Pues depende del autor, pero evidentemente el menos acertado sería el omnisciente, ¿Por qué? Pues por que si lo sabes todo, en todo momento, no puedes dar un aire de misterio al texto, por que al hacerlo tendrías que ocultarle información a propósito al lector, y eso, además de artificial, quedaría muy forzado y hasta podría cabrear al lector al saber que le ocultas información adrede. No obstante, sí se utiliza un narrador en primera persona, como por ejemplo un narrador testigo, que podría estar caracterizado por alguien que vive enfrente de esa casa, la historia tendría todo el aire de misterio posible, ya que ese vecino no podría saber de antemano que pasa en la casa y sería una persona muy interesada en saberlo, ya que está ocurriendo delante de sus narices y le afecta directamente, por eso hay que saberlo escoger.

Dado que el texto de hoy es denso y tiene mucha palabreja extraña no os pongo más ejemplos de elecciones entre tipos de narrador. Espero que os haya llegado el mensaje de que un buen narrador es crucial para conseguir una buena historia.

Sed buenos, leer mucho y si os entran ganas escribid mucho también. Para cualquier duda o sugerencia ahí tenéis la caja de comentarios.

Un saludo.

Curso escritura

El conflicto

Buenos días Personas, hoy os voy a hablar de el conflicto.

Conflicto

Conflicto

El lunes os di unas pinceladas sobre lo que era un Macguffin, que viene siendo el elemento que hace que una historia avance. Puede haber varios Macguffins, tantos como sean necesarios. Incluso habiendo uno solo, los diferentes personajes pueden interaccionar de diferente manera con él. Pongamos como Macggufin un océano. Dicho océano sirve como morada para unas criaturas a las que llamaremos Herpen.

Este océano da a su vez alimento y trabajo a una gran infinidad de personas, entre ellos pescadores, que viven en un archipiélago formado por muchísimas islas diminutas. Estas islas las dirigen diferentes regentes locales. Uno de ellos ha tenido la idea de que dado que su isla es la más grande del archipiélago debería ser él quien gobernase a las demás y el resto de regentes fuesen meros «alcaldes». Cuando propone esto el resto de regentes se carcajean y mofan de él. El regente enfadado y humillado decide que si no puede tener todas las islas bajo su control las convertirá todas en una, haciéndolas emerger del mar y autoproclamandose rey de la nueva isla.
Para ello contacta con un grupo de magos, los cuales le dicen que si provocan erupciones volcánicas controladas podrán llenar los huecos de mar que hay entre las islas del archipiélago. El regente les promete una cantidad desorbitada como pago y los magos comienzan con su ardua, lenta y extensa tarea de inmediato.
Los Herpen son los primeros en notar las erupciones, dado que sus viviendas están construidas bajo el agua y por tanto ven sus hogares destruidos.

Los siguientes son los pescadores, que notan que los peces se han marchado de los caladeros. Y finalmente lo notan el resto de personas, que ven que sus casas en primera línea de costa, ahora están a varios centenares metros separadas del mar.
Ahora mismo aquí tenemos un conflicto: Los Herpen que se quedan sin hogar, los pescadores que se quedan sin medio de sustento, las personas que ven como sus islas cambian y el regente que está provocándolo todo.

En el momento en que todos los bandos implicados en el conflicto se conozcas se formarán alianzas y se forjaran enemistades. Cada uno con sus motivos, y utilizando el Macguffin del océano, hará avanzar la historia, en el sentido que le interesa y a través del conflicto. En determinado momento los bandos se enfrentarán y de esta batalla saldrá un vencedor. El resultado final solo pueden ser tres diferentes: el océano del archipiélago y el propio archipiélago desaparecen como tal y en su lugar aparece una nueva isla, el océano y el archipiélago se salvan, volviendo o no a ser como eran antes,o bien, los bandos se enzarzan en una eterna lucha y van frustrándose los planes mutuamente, en un equilibrio de creación y destrucción, que no se puede alterar de ninguna manera.

Sea cual sea el resultado lo que es innegable es que ha sido fruto del surgimiento y resolución de un conflicto.

El conflicto siempre es necesario en toda historia, si no lo hubiera los relatos quedarían muy sosos. Los protagonistas vivirían en una utopía dónde todo el mundo estaría siempre de acuerdo en todo. Todos pensarían igual y no habría antagonistas. Tampoco pasaría nunca nada reseñable, si tuviéramos la capacidad de observar a esta utopía en diferentes momentos veríamos que, pese al paso del tiempo, todo sigue igual. Porque sin conflicto la gente no cambia ni tiene nada que quiera cambiar.

Haced un pequeño ejercicio de memoria: intentad recordar un día en vuestras vidas en que no hayáis tenido un conflicto, entiendo conflicto por algo que os haya estropeado la monotonía y la perfección de vuestra serenidad mental. Como por ejemplo: un despertador que no suena, una taza de café derramada encima de la camisa justo antes de iros, el corte de agua justo en mitad de la ducha, una discusión con la persona que convivís, etcétera.

¿Sois capaces de encontrar alguno? Seguro que algún que otro día habéis tenido así, de paz absoluta. Pero por norma general la paz es un lujo escaso y poco duradero.

Pues en la literatura el conflicto es necesario, porque es a través del conflicto que se capta la atención del lector y se consigue que se meta de lleno en la historia que le estamos contando, además de dotar a nuestro texto de credibilidad, puesto que un mundo perfecto y sin conflicto no existe.

Pues eso era todo lo que quería comentaros hoy. Me despido de vosotros y vosotras. En un par de días, aprox., volveré con otro tema.

Hoy os dejo ser malos y malas, para que vayáis creando conflictos, (pequeñitos ¿eh?, nada de disturbios ni putadas mayores) y así hagáis la vida de alguien rica en anécdotas y le saques de la rutina, que no va mal de vez en cuando.

Un saludo y una feliz caza del conflicto.

Curso escritura

Fantasía o realidad: ¿Cuál resulta más fácil de escribir?

Buenos días Personas, hoy os traigo un mini-debate interno: fantasía o realidad, ¿Cuál es más fácil de escribir?

Hoy voy a daros mi opinión sobre, a grandes rasgos, cual de los géneros literarios es, y siempre bajo mi punto de vista, más fácil a la hora de escribir.

Empecemos por lo básico: explicar cuales son mis baremos para catalogar una escritura como fácil o difícil.

Ya sea una novela o un relato corto lo primero es tener una idea, pero no una idea cualquiera, ha de ser buena.

Los lectores os volvéis cada día más críticos y difíciles de atraer, luego están los que leen bestsellers única y exclusivamente. A ti, querido lector o lectora te digo que te queda muchísimo por descubrir.

Volviendo a la idea del relato, sabéis que un relato tiene un inicio, un nudo o desarrollo y un final. Dejadme deciros algo que aprendí escribiendo: el escritor se juega la vida en el inicio y la resurrección en el final.

¿Cuantos de vosotros habéis empezado a leer un libro y sus dos primeras líneas os han llenado de ganas de leerlo hasta terminarlo? O por el contrario, ¿Cuantos no habéis tenido suficiente y habéis cerrado el libro asqueados, pensando que no valía nada? Con los finales pasa parecido, han de dejarnos con buen sabor de boca, sobretodo si es una novela con varios volúmenes.

Un mal final puede arruinarnos toda la experiencia de lectura, incluso si hasta ese momento el libro nos estaba encantando.

Centrémonos en el meollo del asunto, donde todo sucede, el corazón de nuestra historia: el nudo.
El nudo es el lugar donde la trama se gesta, crece, se resuelve y muere. Sí, señoras y señores, las tramas mueren, una vez resueltas dejan de existir, es su cometido. Una trama no resuelta sería como una patada en la boca al lector. Y aunque es cierto que hay que saber generar intriga y suspense, al final la trama debe solucionarse.

No confundamos trama con cabos sueltos. Un libro puede acabar sin que sepamos que motivos empujaron a un personaje al asesinato, pero no sin saber quién ha sido. A menos que el libro forme parte de una saga o que el asesinato no sea la trama en sí, esto vale tanto para fantasía como para realidad.

Al estar escribiendo sobre la trama no podía olvidarme de algo fundamental para ella: el Macguffin,  el Leitmotiv, o dicho en nuestro idioma: el elemento central de nuestra historia que hace que todo avance en ella.

Hay quien confunde el Macguffin con el tema, es cierto que, en ocasiones, son lo mismo y la gran mayoría de las veces están relacionados. Si nuestra historia fuera un antiguo juguete de hojalata, la llave con la que le daríamos cuerda sería el Macguffin, igualmente válido para fantasía y para realidad.

Bien, después de toda esta explicación hay que preguntarse: ¿Hay diferencias de estructura entre una novela fantástica y otra real? No, a nivel de estructura son igual de difíciles de escribir.

Porque, lo voy a decir ahora para que nadie se lleve una idea equivocada, escribir no es fácil. Y me refiero a escribir de verdad, al hecho de utilizar el lenguaje escrito como forma de expresión artística.

Juntar palabras con la intención de darle un significado más o menos comprensible, debería resultarle sencillo a todo aquel que tenga al menos los estudios primarios. Y si no, no hay nada que la practica no sea capaz de resolver.

Un inciso sobre la estructura. El literatura hablamos de dos tipos: superficial y profunda. Resumiendolo mucho, la superficial es lo que se lee y se entiende directamente. La profunda es la reinterpretación a través de la reflexión.

Os pongo un ejemplo: » simas y onduladas colinas, pobladas de espesa maleza caoba, en las que tanto me gusta perderme y me pierdo «. Evidentemente hablo de la belleza del cuerpo de mi marido. Aunque en un sentido literal se podría pensar que hablo de un hipotético lugar con cerros y valles, cubiertos por vegetación marronosa, a los que me gusta mucho ir.

Ya os he dado unos apuntes sobre una pequeña parte de la teoría que hay detrás de la escritura. Hablemos ahora de la documentación.

Antes de escribir es necesario saber sobre qué, y es también es necesario conocer ese tema del que se quiere escribir. Para así evitar faltar a la verdad y ofender a algún lector o lectora que conozca el tema.

Cuando fui a escribir mi relato «El Pesadiellu» investigué sobre las cuencas mineras asturianas, sobre la revolución de 1934 y sobre la geografía asturiana.

Eso me dio unas ideas muy concretas para unos personajes y situaciones determinadas. Mi idea original era hacer un relato ubicado en mi mundo de fantasía en la que un minero le salvase la vida a la reina.

Toda aquella investigación llevó un tiempo hacerla y luego la escritura y corrección del relato llevó otro largo rato.

Sin embargo para mi relato «Breve paseo por Néfira» no tuve que investigar nada, todo estaba en mi cabeza. En ese relato somos yo y mi imaginación ante unas hojas por llenar.

Dado que el relato sucede en Domhan soy yo el que pone las reglas. Yo dicto los usos y costumbres de la gente, su religión, sus obsesiones y ambiciones.

Y nadie puede decirme que me estoy equivocando, porque no sabe como funciona mi mundo. Y aunque lo supiera, existiendo la magia y seres sobrenaturales, puedo jugar con la flexibilidad de estas reglas, hasta cargármelas por completo si el relato lo requiere.

Porque yo estoy al mando, yo marco que es válido y que no, dónde empieza la realidad y dónde termina. Y eso, además de encantarme, me sale de una manera tan natural como respirar.

Lo voy a decir, porque es la conclusión de todo este texto: escribir fantasía es menos difícil que escribir realidad.

Lo que también resulta difícil es escribir una buena historia. Y personalmente para mi el reto consiste es escribir buenas historias a pasadas a través del filtro de la fantasía.

Porque sí, sería fácil que hiciera «trampas» y solucionase tramas con el pretexto de que en mi mundo las cosas funcionan así.

O incluso podríleedcer un Deus ex machina y solucionar una situación a golpe de intervención divina, aprovechándome del hecho de que en mi mundo, Domhan, los Dioses tienen mucho peso.

Pero no lo voy a hacer, no me sentiría bien, ni conmigo mismo ni con vosotros, lectores y lectoras. Ese es mi reto y compromiso: ofreceros historias de calidad, tanto si son de realidad o de ficción.

Y si son de ficción esforzarme mucho más en ellas para que un recurso fácil o mal aplicado no os afecte a vuestra experiencia literaria.

Bajo esa premisa me pongo a escribir hoy esto.

Es hora de que me vaya despidiendo, espero que el texto de hoy os haya resultado ameno e interesante. En un par de días volveré con otro tema. No olvidéis que podéis comentar vuestra opinión al respecto.

Sed buenos y leed. Un saludo.

Fantasía

Fantasía

la publicación

La publicación: ayer y hoy

Muy buenos días personas, el tema de hoy trata sobre la publicación en dos épocas diferentes.

Llevaba un tiempo queriendo hablar de un tema que a mí personalmente me inquieta: la publicación.

Entiéndase por publicación el hecho de sacar al mercado literario un libro nuestro. Ya sea una novela, cuento corto o una recopilación de los mismos.

Hagamos un pequeño viaje atrás en el tiempo, no mucho, apenas unas décadas. Pensad en los libros de antes, esos que tenían que ser de papel, porque no los había de otra cosa. Esos libros que nos hacían quedarnos en vela leyendo, al mismo tiempo que hacían que desarrollásemos la musculatura de los brazos, las ediciones de bolsillo fueron ciertamente un gran invento.

Llegados a este punto os voy a preguntar: ¿Quién o Quiénes decidían que libros se publicaban y que libros no? ¿A quién se le otorgaban las mieles del éxito narrativo y a quién se relegaba al olvido y al destierro de la escritura? Pues, sin entrar a fondo en detalles, una serie de editoriales, llevabas por una elite intelectualoide, que decidían qué era bueno y qué era malo. Había variedad, pero no oportunidades para todos.

Saltemos a hoy, ahora mismo, con internet, smartphones, blogs, redes sociales y un largo etcétera.
¿Quién o quiénes pueden optar por la publicación? Cualquiera. Mediante el uso de una amplia gama de herramientas de autopublicación. Ya sea en formato físico o electrónico. Así mismo hoy disponemos de una muy buena, y relativamente gratuita, herramienta de difusión: la red de redes, el world wide web, la » internete».

Internet le ha dado la oportunidad a todo hijo de vecino de expresar al mundo entero su opinión sobre el último capítulo de » Los Serrano «. Hay quien llama a esto darle poder a quien no sabe manejarlo. Yo lo llamo democratización literaria.

Volviendo al pasado: ¿Quién decidía antes que era bueno y que no? ¿Los lectores? No. La elite intelectual y sus editoriales. Os pondré un ejemplo, Ulises de James Joyce, ¿Cuantos de vosotros conocéis el libro? Ni que solo sea por el nombre, ¿Cuantos lo habéis leído? ¿Y a cuantos os ha gustado? Pues bien, opinéis lo que opinéis ese libro forma parte de la literatura » universal » y seguirá figurando en la lista de los clásicos literarios. Eso a pesar de la fama, excepcional y nefasta, que tiene Ulises. Porque es un libro que o amas o aborreces, es raro encontrar un punto medio, cosa que no ha cambiado nada en todos los años que ha pasado desde la publicación.

Hoy en día, ¿Quién puede llevar un autor o autora a la fama y reconocimiento mundial? En una gran medida, vosotros, los lectores.
Es un hecho innegable: hoy en día nos llegan textos de todo el mundo y de toda clase. Y no es menos cierto que a veces se hace difícil llegar a algún contenido interesante. Pero con el tiempo, sois los lectores los que nos dais la oportunidad de darnos a conocer al mundo o quedarnos perdidos en el mar de información. Porque cuando algo nos gusta, lo compartimos, de manera viral además. Todos lo hacemos, y eso es lo que al final hace que los autores y autoras lleguemos mejor a nuestro público, que es lo que interesa con la publicación de nuestras obras.

Concluyendo: es una suerte que contemos hoy en día con todo tipo de herramientas de autopublicación y poco a poco se vayan conociendo los nuevos talentos. La libertad de publicación es fundamental para poder enriquecer nuestro panorama cultural. No obstante considero que las editoriales también hacen una importante labor y que ambas modalidades de publicación deberían coexistir y apoyarse mutuamente.

Nada más que deciros por ahora. Me despido de vosotros con un «hasta pronto» y os deseo que encontréis a ese autor, autora, autores o autoras con el que llenéis ese huequecito literario que tenéis en vuestras vidas, aunque no seáis conscientes de ello.

Más información: escritura.