Sagre, capítulo 4

Sagre. capítulo 4.

Sagre

Sagre

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Sagre despertó cuando el sol empezaba a arrojar sus primeros rayos entre los árboles del bosque, con la cabeza hundida en el pecho de su madre y aún con algunas lágrimas en los ojos, dejó de apoyar la cabeza en su madre y la puso en la almohada, se giró para ponerse boca arriba, respiró profundamente, se secó las lágrimas y dejo que el suave sol de la mañana que se filtraba a través de la persiana le acariciase el rostro, usando su telequinesis abrió la ventana para que entrase la brisa matutina cargada de un primaveral aroma de bayas y rocío de bosque.

Poco a poco la habitación se fue llenando con cálida brisa y el dulce y frutal aroma, el joven iridiano cerró los ojos y respiro profundamente, se sentía relajado, escuchando el viento entre los árboles y los gorjeos de los distintos pájaros.

Sagre giró su cabeza hacía su madre y vio que ella estaba dirigiéndole también su mirada, volvió a girar la cabeza para mirar al techo y cerró los ojos nuevamente.

 

Mamá… – Dijo Sagre aún con los ojos cerrados.

 

¿Si hijo? – Preguntó Díadra.

 

¿A dónde van las personas cuando mueren?

 

Aquella pregunta cogió un poco por sorpresa a Díadra, no sabía si el pequeño tenía curiosidad por conocer un aspecto más de la vida, o, por el contrario, seguía sintiéndose culpable por la muerte del yrteda y quería saber a que lugar le había mandado. Procuró meditar bien cual sería la respuestas mas adecuada que debía darle, para evitar que volviese a sufrir, no quería mentirle, pero tampoco ser demasiado directa y contar detalles difíciles de asimilar.

 

Pues verás Sagre, hay varias posibilidades  – Dijo Díadra Las tres fases de la muerte por la que pasan los mortales cuando su cuerpo aún permanece con el cerebro, con el corazón, o con ambos intactos ya las conoces, pues bien, a donde va el alma también tiene tres posibles destinos, nuestra dimensión está situada entre otras dos, imagínate que las dimensiones tienen forma de esfera, pues nuestra dimensión en concreto tiene dos dimensiones más una en la parte superior de la esfera y otra en la parte inferior, al conjunto que forman estas dimensiones se le denomina Plano, hay muchos planos formados a su vez de múltiples dimensiones que a su vez…

 

Pero mamá – Interrumpió Sagre ¿Qué tiene que ver eso con la muerte de las personas?

 

Perdón, me he desviado un poco del tema – Se disculpó Díadra De acuerdo, centrémonos solo en la parte en que van las almas, te he comentado que había tres posibilidades, la primera y más frecuente es que el alma se quede en esta dimensión y sea reutilizada en otro cuerpo y otra consciencia.

 

¿Reutilizada? – Preguntó Sagre.

 

Si, verás – Continuó Díadra Un alma es una parte importante del ciclo del Dariré y…

 

¿Dariré? – Volvió a preguntar Sagre.

 

Díadra miró a Sagre un tanto mosqueada, no le gustaba nada que le interrumpiesen mientras estaba respondiendo a algo que le habían preguntado, ni menos que lo hiciesen constantemente, pero también era cierto que Sagre sólo era un niño, y, además, su hijo, así que se armó de paciencia y contestó

 

El Dariré es una energía que está presente en la gran mayoría de seres vivos, ya sean personas, animales, plantas y otros, también hay unos cuantos seres muertos, o más bien, entre la vida y la muerte que poseen Dariré, a todos ellos esta energía les mantiene con vida, o hace que no mueran del todo.

¿Hasta aquí alguna pregunta? – Dijo Díadra con una sonrisa y una voz muy dulce.

 

¿Qué es el ciclo del Dariré? – Preguntó Sagre.

 

A ver como te lo explico para que me entiendas – Dijo Díadra Imagínate que el Dariré se comporta de una forma similar al agua, nace en una montaña, con un curso rápido y turbulento, a medida que va bajando el curso se va haciendo más lento y fluido, al hacerlo, la gente puede beber de su agua, navegar por ella e incluso pescar, en definitiva sacar un beneficio directo e indirecto, ¿Continúo?

 

Si, por favor – Dijo Sagre.

 

Bien, ya te he explicado que personas y animales se benefician del agua, de forma similar lo hacen las plantas y la misma tierra, que se nutre y vuelve fértil con el agua.

 

Díadra se calló de repente, se había dado cuanta de que estaba volviendo a divagar, pero Sagre, aunque se dio cuenta no dijo nada, se limitó a mirarla y sonreír, esperando el resto de su explicación.

Al igual que el agua el Dariré entra y permanece dentro de los seres hasta que es utilizada y expulsada – Dijo Díadra continuando con la explicación Pero el echo de que sea expulsada no quiere decir que ya no sirva, simplemente sigue adelante su curso, bien ¿Dónde van a desembocar los ríos?

 

¡En el mar! – Contestó Sagre sin vacilar.

 

Exacto – Dijo Díadra A medida que sigue su curso y se acerca al final de su ciclo, el río muere en el mar, pero esto no quiere decir que se haya acabado el ciclo, el agua del mar se evapora, se convierte en nube, es arrastrado por el viento hacia el interior, donde llega a las montañas y deja caer el agua que transporta, dando así paso a un nuevo comienzo del ciclo.

 

– Entonces eso significa que el agua y el Dariré son infinitos ¿no?– sentenció Sagre.

 

Pues no – Contestó Díadra – Como te he dicho antes las almas pueden cambiar de dimensión, al igual que una fracción del agua que se evapora sube tan alto en el cielo que no es capaz de regresar a la tierra y se pierde.

 

¿Y que tiene que ver el Dariré y su ciclo con las almas? – Pregunto Sagre  algo confuso.

 

Todo – Contesto Díadra Las almas están formadas en su totalidad por esa energía, entran cuando un ser vivo comienza su vida y lo abandonan cuando muere, pueden permanecer dentro de su cuerpo sin vida su mente y su entraña, pero su alma sigue el curso en justo en el preciso instante que su corazón deja de latir y entra en otro corazón que da su primer latido.

 

Sagre no sabía que pensar, muchas dudas asaltaban su cabeza, ¿Había condenado ese hombre a ser nada? ¿Le había concedido la oportunidad de volver a nacer? ¿Conservaría sus recuerdos? ¿Volvería a ser mago? ¿Le reconocería como su asesino si se volviesen a encontrarse?

Díadra notó a Sagre preocupado por todo lo que le acababa de contar así que decidió que era buen momento para recordarle que aún no habían desayunado, así que se levantaron, abrieron la persiana, hicieron juntos la cama y bajaron al comedor, donde ya les esperaban Phenatos y Megrez con el desayuno listo.

 

Megrez se acercó a Sagre y le abrazó, mantuvo el abrazo un rato y lo acompaño de caricias en la espalda, después lo besó en la frente.

 

¿Te encuentras ya mejor hermanito? – Le pregunto Megrez a Sagre.

 

Si, ya estoy bien Rez, gracias por preguntar.

 

 De nada  Sag desayunemos antes de que las tostadas se enfríen y el zumo se caliente.

 

Y los cuatro se sentaron en la mesa a desayunar y a hablar tranquilamente, al poco rato de que hubiesen terminado y se pusiesen a fregar los paltos entró Yans a través de una venta abierta, se acercó a Megrez  y abriendo la boca depositó unos huevos de color amarillo verdoso en su mano, en total eran cinco, de un tamaño similar a una mandarina, Yans los llevó con tanto cuidado que todos parecían estar en excelentes condiciones, incluso habían mantenido su calor.

 

Encontré el nido tirado en el suelo y pensé que a lo mejor vosotros podríais cuidarlos – Dijo Yans.

 

Van a necesitar calor y un sitio blando para mantenerse – Contestó PhenatosCreo que unas ropas viejas y una débil esfera de fuego a la altura justa será suficiente para hacer que los poyuelos sigan con vida, Reg, Sag, acompañadme mientras buscamos lo necesario y un sitio para ponerlos.

 

Y los tres se fueron en busca de lo necesario, Megrez llevaba los huevos con muchísimo cuidado, mientras Díadra se dirigió a la sala de estar acompaña de Yans.

 

Así que te has encontrado ese nido en el suelo y has decidido traerlo en lugar de comértelo ¿No? – Preguntó Díadra.

 

Yans empezó a pensar que Díadra  había usado sus poderes para averiguar el por que real de sus actos y se puso a la defensiva.

 

Es de mala educación mirar los recuerdos de los demás sin su permiso ¿No crees?

 

Díadra sonrió, y se quedó un rato mirando a Yans, que se puso mucho más nervioso, por un momento pensó en atacarla ya que se sentía acorralado, pero enseguida lo descartó, no tenía la más mínima oportunidad, a demás de que nunca atacaría a su propia familia, optó entonces por la mejor solución: ponerse boca arriba en señal de sumisión.

Entonces la mujer pasó de sonreír a reír a carcajadas.

 

Veo que no todos tus instintos se están atrofiando, al menos sabes reconocer cuando tú rival te ha ganado – Dijo Díadra mientras hacía un esfuerzo por contener la risa – No he usado mis poderes, no me ha hecho falta, tu boca huele a sangre y plumas, además, tienes unas pocas aún en el hocico.

 

Yans recibió el peor envite que pudo recibir de manos de Díadra, si ella se había dado cuenta de eso sin usar sus poderes seguramente los niños también lo habrían echo, empezarían a verlo como un monstruo carnívoro devorador de crías y lo echarían de la familia.

Díadra  notó la angustia de Yans.

 

Haz el favor de calmarte o conseguirás que todo el pueblo note tu malestar – Dijo Díadra acercándose a Yans para acariciarlo – Creo que pasas demasiado tiempo con los niños ¿Qué clase de depredador eres tú que siente compasión por tus presas?¿Acaso ves a alguno de los niños renunciando a comer carne, pescado o huevos? ¿No te das cuenta que hasta ellos entienden la diferencia entre supervivencia y asesinato? Ay, que lobo más tonto puedes llegar a ser a veces…

 

Yans se sintió algo ofendido, pero sabía que Díadra tenía razón, el debía alimentarse, igual que los niños y los adultos, y ninguno de ellos había acogido una cría de animal después de comerse a sus padres.

 

No obstante – Continuó Díadra el gesto que has hecho es muy bonito y viene en un momento oportuno, si Sagre está al cuidado de esos polluelos olvidará lo que hizo ayer y quizás le compense el hecho de salvar cinco vidas por destruir una, vaya, quizás no seas tan tonto al fin y al cabo.

 

Yans sacó la lengua, jadeó y movió el rabo, en señal de alegría, en ese momento llegaron padre he hijos, Megrez sostenía una pequeña caja de madera, en cuyo fondo había una prenda de color blanca grisácea y arrugada, flotando encima de la caja una pequeña esfera de color rojo y naranja, una pequeña bola de gas que no producía más calor que un montón de hojas en descomposición, pero que serviría para mantener a los huevos calientes hasta el momento de la eclosión.

 

¿Y cuánto falta para que veamos a los pájaros romper el cascarón? – Preguntó Sagre.

 

Pues pueden faltar días o semanas, depende del tiempo que haga que la madre los puso.

 

¿Y como es que estaba en nido en el suelo? – Le preguntó Megrez  a Yans.

 

Seguramente algún animal haya tirado el nido, o quizás la rama en la que estuviera se haya partido, eso da igual, la cuestión es que ahora ya están a salvo.

 

Y los dos hermanos decidieron que el mejor lugar para dejar la caja con los huevos era su cuarto, bajo la atenta mirada de Yans ya que él era el mejor guardián que podían tener aquellos huevos y ningún animal se atrevería a acercarse a ellos si era el quien los vigilaba.

Mientras estaban en el cuarto a Megrez le rondó una cosa por la cabeza.

 

¿Qué te pasó ayer que volviste a casa antes de tiempo y llorando de aquella manera?

 

A Sagre le recordó todo lo vivido el día anterior, respiro hondo para intentar no volver a llorar y poder contestarle a su hermano.

 

Maté a un yrteda mago, pero antes curé a un konei y luego les dí un regalo para que viviesen más.

 

No entiendo muy bien lo que me acabas de contar ¿Puedes explicarme todo lo que hiciste ayer? – Preguntó Megrez.

 

Y Sagre empezó a contar su relato poco a poco, parándose de vez en cuando para asegurarse que su hermano había entendido, le contó lo distinta que estaba la ciudad, las centenares de personas que ahora vivían allí, la gran plaza de la cual salían carruajes tirados por unos extraños animales blancos llamados wedis, al llegar a la parte del viaje donde los asaltaron pausó aún más el ritmo de la narración, intentando plasmar en cada palabra su sentimientos vividos, Megrez  empezó a entender a su hermano, aunque no compartía sus mismos sentimientos, pensó que el yrteda se lo había buscado y que Sagre  solo se estaba defendiendo, en ningún momento había sido el asaltante.

Finalmente Sagre terminó su relato.

 

Hay algo que no entiendo – Dijo Megrez¿No te compensa el hecho de salvar cinco vidas? Siete si contamos los wedys.

 

Bueno, supongo que ahora que se más cosas sobre la vida y la muerte entiendo que no hice algo tan terrible, preferiría no tener que volver a matar a nadie, pero al fin y al cabo no tenía muchas más opciones – Contestó Sagre.

 

¿Y entonces si lo entiendes por que volviste a casa?

 

Ya te lo he dicho, lo he entendido esta mañana, las emociones que sentí fueron demasiado fuertes en aquel momento como para poder razonar, simplemente necesité estar cualquier otro lugar que no fuera aquel bosque y lo primero que se me ocurrió fue venir aquí.

 

Te entiendo, pero ahora que ya estás bien ¿Por qué no vas hoy a ver a Zalhón? – Le preguntó Megrez.

 

¡Qué idea tan fantástica! – Dijo SagreAhora mismo bajo a pedirles permiso a papá y a mamá.

 

Te acompaño, que yo tengo que seguir entrenándome con papá.

 

Y ambos bajaron las escaleras a toda prisa para ir a buscar a sus padres, entraron al comedor y vieron a sus padres hablar con un hombre al que habían visto por Irdresma, por la cara que ponían todos parecía que el asunto era serio.

 

Anda mira, hablando de la Diosa y sus bendiciones, pero que grandes que estáis, parece mentira lo rápido que crecen los niños, seguro que ya dentro de nada os vemos formar vuestra propia familia – Dijo aquel hombre.

 

¿Quién es este señor mamá? – Preguntó Megrez.

 

Es un amigo de la familia, se llama Utrz – Contestó Díadra.

 

Ha venido por que hace un par de días que no se ve a tu tío Taris, no creemos que le haya pasado nada, pero es muy extraño.

 

¿Quieres que mire de localizarlo? – Pregunto Sagre.

 

Ya lo hemos intentando nosotros – Contestó Utrz Está fuera del alcance de nuestros poderes y sinceramente, dudo que vosotros siendo tan jóvenes logréis dar con él, agradezco tu interés, pero no es algo con lo que puedas ayudar.

 

Mientras le decía esto al pequeño Utrz sonreía, perecía un hombre de lo más amable, pese a la primera impresión causada por sus duras facciones.

 

Nosotros nos tenemos que ir – Dijo Díadra Vosotros podéis ir a jugar por ahí, ir donde queráis, pero estad a la hora de comer en casa de Heasse, y sed puntuales, su madre es muy estricta con los horarios y no me gustaría quedar mal con ella ya que le hemos pedido que cuide de vosotros en nuestra ausencia.

 

Mamá, ¿Puedo ir a Andrej? Quiero visitar a Zhalón – Preguntó Sagre.

 

No veo por que no, pero recuerda lo que te he dicho, cuando os llame Senei parpadearos inmediatamente donde esté ella, y si tenéis un motivo de peso para no hacerlo se lo decís y le comunicáis también el motivo, ¿Entendido los dos?

 

Megre y Sagre asintieron, se despidieron de sus padres y de Utrz y se fueron a duchar.

 

Antes de que se me olvide – Dijo Díadra mientras se dirigía a un baúl a sacar un trozo de pergamino de vitela – Esto te será útil Sagre, es un mapa de la zona, así podrás localizar Andrej y podrás parpadearte cerca de allí sin problemas, procura que no te vea nadie hacerlo ¿Vale?, venga portaros bien los dos.

 

Y diciendo esto Díadra besó y abrazó a sus dos hijos, mientras Phenatos y Utrz  se parpadeaban, soltó una última mirada a sus hijos antes de parpadearse ella también.

 

Bueno, será mejor que yo también me ponga en marcha – Dijo Megrez.

 

¿A dónde vas? – Preguntó Sagre.

 

A dar una vuelta por ahí – Contestó Megrez mientras hacía aparecer su hacha, la apoyaba en su hombre y se parpadeaba.

 

Entonces Sagre miró el mapa que su madre le había dado, reconoció el bosque entre Fhis  y Andrej, y el punto donde fueron asaltados, a un par de horas de Andrej, Sagre calló en la cuenta de algo, la vecina le dijo que Zhalón  y su familia habían ido de visita, y no sabía cuanto tiempo hacía ni cuanto pensaban quedarse, ni que estaban visitando, no podía parpadearse a ciegas, debía saber con certeza que Zhalón estaría cerca, decidió usar su empatía, para ver si lograba dar con la resonancia que buscaba, se concentro durante un rato y acabó encontrando lo que buscaba: los pensamientos de su amigo perdidos entre centenares de pensamientos en dirección este, más concretamente en Andrej.

Siguió usando su empatía y busco un lugar donde no hubiera casi ningún eco de pensamiento y encontró un lugar en las afueras de la ciudad perfecto para parpadearse y así lo hizo, al llegar vio que estaba cerca de una granja, con grandes campos de maíz y ruidos de animales encerrados en corrales.

Tras caminar un poco llegó a las murallas de la ciudad, los guardias de la puerta le miraron pero no le dijeron nada cuando entró.

Siguió caminando hasta la plaza y allí se encontró con Zhalón, el cual reconoció enseguida al iridiano y corrió a su encuentro.

 

Hola Edón, cuanto tiempo, veo que has crecido mucho – Dijo Zhalón.

 

Tú también has crecido mucho – Contestó Sagre – Me alegro mucho de verte.

 

Yo también, ¿Qué haces en Andrej? ¿Tú también has venido a ver al mago sanador?

 

¿Mago sanador? ¿Qué es eso?

 

Ayer llegó un mago yrteda acompañado de unos koneis en un carruaje, decían que unos bandidos les habían atacado, pero que un extraño niño alado les había ayudado, curando al yrteda de una herida echa por los asaltantes, estos al ver que era tan fuerte huyeron despavoridos.

 

¿Y cuentan qué hizo para espantar a los ladrones?

 

No, supongo que ver a un humano alado asusta a más de uno, pero por lo visto no eres el único con capacidades curativas – Dijo Zhalón.

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¿Te refieres al humano? Verás Zhalón yo…

 

Mira Edón –Dijo Zhalón interrumpiendo a Sagre Por ahí viene el mago sanador, seguro que hoy también va a curar a algunas personas.

 

El iridiano vio como el yrteda llegaba acompañado por los koneis, luego el mago se subió encima de la fuente y alzando los brazos empezó a hablar bien fuerte.

 

Oh, buenas gentes de Andrej y ciudades y pueblos vecinos, hemos venido aquí para contaros el relato de lo que puedo ser una muerte segura para este padre de familia yrteda, pues los asaltas le abrieron el busto desde el hombro derecho hasta mas abajo de la cintura, el pobre cayó en un charco de su propia sangre, mirad estas ropas –El yrteda le tendió la mano a la mujer konei para que le diese las vestiduras que llevaba el hombre el día anterior – Mirad este corte, ¿Veis donde llega? Si el niño no le hubiese sanado ahora estaría muerto.

Eso es falso – Dijo un hombre entre la muchedumbre – Seguro que esas ropas han sido cortadas sin que nadie las llevara.

 

Al oír este comentario la multitud reunida empezó a abuchear.

 

Pero fijaros bien – Dijo el yrteda para defenderse – ¿No veis la cantidad de sangre que hay en esta ropa? Es imposible que el corte haya sido sobre la ropa solamente, la ropa no sangra.

 

Hizo una pausa para ver la reacción de la gente, que cuchicheaba debatiéndose entre creerlo y no creerlo.

 

Si no me creéis a mi os puedo dar una prueba, puedo curaros las heridas que tengáis abiertas, que alguien residente en esta ciudad se acerque y me diga que problema tiene – Dijo el mago.

 

Tengo un dolor terrible en el pie – Dijo una mujer dando un paso adelante entre la multitud – Estaba trabajando en el campo y me clavé la azada en el pié, me lo atravesé por completo, casi no puedo caminar, es espantoso…

 

Oh que desafortunado accidente ¿Hay alguien que pueda afirmar que conoce a esta mujer?

 

Varias personas contestaron afirmativamente, se trabaja de una mujer que vivía en una de las granjas que había alrededor de Andrej, sus vecinos confirmaron la historia, ya que oyeron a la mujer chillar y caminar desangrándose buscando la ayuda de su marido.

 

Pues tu sufrimiento ha terminado, ahora te voy a curar.

 

Y diciendo esto el yrteda bajó del borde de la fuente, se arrodillo he hizo que la mujer apoyase el pié en su rodilla, después cerró los ojos y pronunció unas palabras, una esfera de color azul oscuro empezó a formarse entre sus manos, acercó esta esfera a la herida, la cual empezó a curarse lentamente, poco a poco el dolor de la mujer fue desapareciendo, al cabo del rato lo único que permanecía era una ligera cicatriz, una fina línea de un tono más oscuro que el resto de la carne, tanto en el empeine como en la planta.

La mujer le dio las gracias al mago entre lágrimas de emoción, varias personas acudieron al yrteda para que sanara las heridas que presentaban.

La gente cada vez estaba más asombrada, la multitud se hacía más y más grande y las peticiones de curación aumentaban.

Sagre  no sabía que pensar, le estaban haciendo un bien a la gente ¿Pero con qué motivo? ¿Pretendían sacar un beneficio de ello o era que el encuentro con él había hecho que aquellas personas se volviesen amables y desinteresadas?

El iridiano volvió a mirar a la fila de personas que se había formado esperando su turno de curarse, vio que la que ahora estaba la primera no era otra que la madre de Zhalón.

 

Dime buena mujer, ¿Dónde está tu herida?

 

 

Yo no tengo ninguna herida –Dijo la madre de Zhalón Yo también quiero contar algo, resulta que hace unos años mi hijo y otros niños estaban jugando encima del tejado de casa, allá en Fhis, de repente mi hijo se cayó al suelo y del golpe que se dio perdió la vida, pero entonces un niño salto y hablándole hizo que resucitara.

 

¿Puedes decirme donde puedo encontrar a tu hijo? Me gustaría hablar con él si fuera posible – Dijo el yrteda.

 

Si por supuesto, debería estar por aquí…

 

La mujer se puso a buscar a su hijo entre la muchedumbre.

 

Mira ahí está junto a ese otro chico – Dijo mientras posaba su mirada en Sagre A ese chico lo he visto antes… ¡Es Edón! ¡Fue él, él resucito a mi hijo!

 

Todo el mundo se giró en la dirección en la que señalaba la mujer, el mago yrteda reconoció enseguida a Sagre y fue a su encuentro.

 

Queridas gentes de Andrej y sus proximidades –Dijo el mago mientras apoyaba una mano en su hombro Este es el niño que me enseño los secretos de la curación.

 

De repente toda la multitud se abalanzó sobre Sagre para implorarles resurrecciones y curaciones, pero antes de que llegasen a tocarle se parpadeó junto con el yrteda y Zhalón, apareciendo en la granja donde se había parpadeado antes de entrar en la ciudad.

Zhalón y el yrteda se sintieron confusos y desorientados, Sagre soltó a su amigo, pero cogió con más fuerza al yrteda por las muñeca, el cual miró al iridiano asustado.

 

¿Qué…qué…qué quieres? No…no…no…no…me…hag…hag…hagas…dañ…daño

 

Dijo el yrteda tartamudeando.

 

Tranquilo, solo quiero que me digas unas cosas –Dijo SagreLo primero, quiero saber tu nombre.

 

Me llamo Jigxs, pero por favor, no me conviertas en polvo igual que a mi maestro, te lo suplico.

 

Jigxs, contéstame a una cosa ¿Por qué haces eso? ¿Por qué curas a la gente y le cuentas lo que pasó ayer en el bosque? ¿Quién te ha enseñado a hacerlo?

 

Lo hago por que creo que es lo correcto, tú me enseñaste a curar a la gente, ya hay bastante sufrimiento en el mundo, sólo busco un poco de alivio para las personas…

Sagre soltó a Jigxs, la ternura invadía el corazón del joven iridiano, ¿Cómo puede alguien querer matarle y otra persona de su misma raza, tenerlo como ídolo y referencia? Se dio cuenta de que la raza de una persona solo afecta a su apariencia exterior, por dentro, está la verdadera persona y sus actos la delatan.

 

Voy a pedirte un favor – Dijo Sagre Quiero que sigas haciendo lo que haces, pero debes permitir que la gente que quiera ayudarte y unirse a ti lo haga, y debes enseñarla, todo lo que yo te enseñe y si aprendes cosas por ti mismo también les enseñarás.

 

De acuerdo, así lo haré – Respondió Jigxs.

 

Pero quiero que no omitas ningún detalle al contar la historia, debes contar también la resurrección de Zhalón, y la muerte de tu mentor, sobre todo esa parte, que sepa la gente que no solo curo.

 

¿Puedo hacerte yo ahora una pregunta? – Dijo Zhalón.

 

Claro ¿De qué se trata? – Preguntó Sagre.

 

¿Eres realmente un humano?

 

No, no lo soy – Contesto Sagre Soy un iridiano, una raza que vive en los bosques entre Fhis  y Andrej, pero eso no podéis contárselo a nadie, tampoco me llamo Edón, mi nombre real es Sagre.

 

¿iridiano? ¿Cómo Iria? ¿La Diosa del destino y la buena suerte? – Preguntó Jigxs¿Tienes alguna relación con ella?

 

Toda mi raza la tiene, nosotros absorbimos parte de su poder hace muchísimo tiempo, un poder que pasa de padres a hijos.

 

Entonces hay más como tú – Dijo Zhalón.

 

Si, pero nuestra existencia es algo que debe permanecer en secreto, no es bueno que la gente sepa que hay otra raza con habilidades distintas a las suyas, es mejor que piensen que solo estoy yo, así no se asustarán.

 

Espera ¿Sois semi-dioses o algo así? – Preguntó Jigxs.

 

No, se como llamarlo, pero según me ha dicho mi madre la principal diferencia entre nosotros y vosotros es que no podemos morir.

 

¿Qué no podéis morir? – Preguntaron Jigxs y Zhalón al mismo tiempo.

 

No.

 

Y Sagre les explicó lo que Díadra  le había explicado a él aquella mañana sobre la muerte de las personas y el ciclo del Dariré, ambos escucharon sus palabras con atención, se quedaron algo sorprendidos de cómo funcionaban las cosas. Antes de que pudieran formularle nuevas preguntas Sagre  los parpadeó de vuelta a la plaza de Andrej, donde ya no quedaba mucha gente además de la madre de Zhalón y la familia konei.

 

Recordad lo que os he dicho, volveremos a vernos pronto.

 

Dijo Sagre mientras se parpadeaba de vuelta a Irdresma, hacia la casa de Heasse.

Al llegar vio que el padre de Heasse estaba curando a Megrez, el cual chillaba y se quejaba de su mano y del dolor que le hacía, Sagre se acercó y miró la muñeca derecha de su hermano, sangraba mucho y lo peor era que no tenía la mano, no sabía que había pasado pero por algún motivo Heasse tenía el hacha de Megrez en su posesión.

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