Sagre, capítulo 14

Sagre, capítulo 14.

Sagre

Sagre

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¿Es todo del agrado de los señores y de las señoras? – Preguntó Preleste.

 

¿Podemos ofrecerles algo más a tan distinguidas personas? – Pregunto Bukuri.

 

¿Tal vez contarnos qué se oculta tras tantas atenciones y zalamerías? – Preguntó Zhalón.

 

Siempre tratamos así a nuestros amigos. – Contestó Bukuri.

 

Ya, y yo me lo creo – Dijo Zhalón ¿Qué ha pasado, ha muerto alguien ahogado? ¿Alguien se ha ensañado con alguna de las prostitutas, y los guardias han pillado a uno de vuestros trabajadores deambulando de madrugada cargando con su cadáver metido en un saco de arpillera ensangrentado?

 

La pregunta de Zhalón incomodó y sorprendió a todos, Bukuri puso los ojos como platos, Preleste le miró con furia.

 

¿Eres siempre así de imbécil o te entrenas por las noches? – Pregunto Bieli.

 

Joder, era broma, tenéis muy poco sentido del humor. – Dijo Zhalón.

 

Y tú tienes la gracia en el culo. – Dijo Khatara.

 

Sí, me lo dicen mucho… – Dijo Zhalón, cuando vio la cara de Sagre se dio cuenta de que lo que había dicho era horrible – Vale, me he pasado, lo siento.

 

Sinceramente Zhalón, tu humor ácido a veces es demasiado hiriente e inoportuno, ¿Realmente no te das cuenta de las barbaridades que dices hasta que no las sueltas? – Dijo Khatara.

 

Sin decir nada Zhalón salió del agua y se fue al vestuario, Sagre se despidió y fue tras él.

 

Quiero pediros perdón por el comentario de mi amigo – Dijo Jigsx A menudo me pregunto qué ve Sagre en él, más de una vez nos ha metido en problemas su bocaza.

 

 – ¿Y por qué no le lanzas un conjuro de silencio que dure para siempre? – Dijo Bieli.

 

¿Eso existe? Oh, estaría tan bien no tener que oír nunca más sus inadecuadas e irreverentes majaderías. – Dijo Khatara.

 

Seguro que en el fondo es un buen chico. – Dijo Bukuri.

 

Bueno, a veces. Cuando no hay demasiado gente suele tener buenos detalles. – Dijo Jigsx.

 

El problema es cuando está delante de más gente, parece que necesita ser el centro de atención. Es una pena, porque si no fuera por eso sería una gran persona y un mejor amigo. – Dijo Khatara.

 

Bueno, volviendo a vosotras – Dijo Bieli refiriéndose a Preleste y BukuriCreo que hay algo que queréis decirnos.

 

Bueno, aún no habéis disfrutado del masaje ni probado el zumo de frutas especial de la casa – Dijo Preleste.

 

Francamente, esto no es necesario – Dijo Jigsx cogiendo de la mano a Preleste Sea lo que sea que necesites de nosotros no temas en pedirlo, haremos todo lo que esté en nuestra mano para ayudarte, de verdad.

 

Claro, no tengáis miedo o vergüenza, contad con nosotras. – Dijo Khatara.

 

Sabía que podíamos confiar en vosotros, gracias. – Dijo Bukuri.

 

Mientras tanto Zhalón estaba sentado en uno de los bancos del vestuario, mirando al suelo, casi llorando. Sagre se sentó a su lado, le pasó el brazo por la espalda y apoyó su cabeza en el hombro de él.

 

No sé qué decir. No tengo razones para mi comportamiento… – Dijo Zhalón.

 

Pues no digas nada, tal vez sea lo mejor. – Dijo Sagre.

 

Os debo una disculpa a todos. – Dijo el humano.

 

  Sí, sobre todo a Preleste y Bukuri. Ellas nos han tratado muy bien y tú les haces eso. – Dijo el iridiano.

 

Ha sido como darles un puñetazo en la cara como agradecimiento. – Dijo Zhalón.

 

Peor – Dijo SagreHa sido decirles directamente que sabes que todas sus atenciones son porque nos quieren pedir algo; las has llamado aprovechadas, y encima las acusas de tener un muerto de por medio. Ha sido muy feo. Si las hubieras escupido a la cara se lo hubieran tomado mejor.

 

Zhalón se quedó callado, las palabras de Sagre le hicieron ver hasta qué punto había metido la pata, además tenía razón en todo.

 

¿Y qué puedo hacer ahora? – Dijo Zhalón.

 

Lo mínimo es disculparte, y ahora lo correcto sería no negarnos al favor que nos pidan. – Dijo Sagre.

 

¿Y si nos piden algo muy difícil de hacer o que no podamos hacer? – Preguntó Zhalón.

 

Eso debiste pensarlo antes de sacar a pasear la lengua, ahora debes asumir las consecuencias de tus actos. – Contestó Sagre.

 

No nos queda otra. – Dijo Zhalón.

 

No, no te queda otra. – Dijo el iridiano haciendo hincapié en la palabra «te»- No me metas en esto. Si nos piden algo que realmente no podamos hacer, la cosa estará sólo en tus manos..

 

¿Vas a dejarme solo en esto? – Preguntó Zhalón indignado.

 

Si realmente es algo tan grave como lo que tú les has insinuado antes, sí. Te lo mereces, por bocazas. – Contestó Sagre.

 

Tú ya no me quieres… – Contestó Zhalón llévándose una mano a la frente.

 

No te pongas dramático, que conmigo no sirve. – Dijo Sagre.

 

Justo en ese momento entró al vestuario Enúber.

 

Hola chicos, ¿Está mi hermana Khatara por aquí? La estoy buscando.

 

– ¡¿Qué haces aquí?! – Preguntó Sagre, con un tono más elevado y brusco de lo que él quería usar – Pensé que estabas en Belmonte junto a Arrael y Elan.

 

Veo que no es grata mi visita, entraré a ver si está. – Dijo Enúber cuando notó la rudeza de las palabras de Sagre.

 

No sé cómo puedes estar junto a un hombre que ha traicionado a su país, y sirve a un rey que pretende destruirlo. – Dijo Zhalón.

 

En realidad pretendo detener al rey. Su locura ha llegado demasiado lejos. Belmonte sufre por su culpa, y pretendo poner fin a eso. – Dijo Arrael, que asomó su cabeza por la entrada en ese momento.

 

¿Por qué tenemos que creerte? ¿Quién nos dice que no estás aquí de espía para hacerle algo a Khatara? – Contestó Zhalón.

 

¿Crees que dejaría que le hicieran algo a mi propia hermana? – Contestó Enúber.

 

No lo sé, a lo mejor la locura en tu familia es contagiosa. Así estáis todos, con visiones de futuro. – Contestó Zhalón.

 

¡¿Cómo te atreves a insultar a mi familia tildando de locura el gran don que nos otorgó el Dios Shoa en persona?! – Contestó Enúber sobresaltado.

 

¡Basta! – Dijo Arrael con voz firme y autoritaria – No estamos aquí para crearnos más enemigos. Te recuerdo que nadie sabe que estamos aquí, no montes un espectáculo o destrozarás el plan.

 

¿Qué plan? – Preguntó Sagre.

 

El de convencer al rey de que abdique en favor de su sobrina Khatara – Dijo Arrael, mirando a Sagre. Pareció recordar algo cuando miró al iridiano. – Tú… estabas aquel día en el barco, hace tres años, aquel día en que los seres azules atacaron al Rey Elan.

 

Me temo que te confundes – Dijo Sagre La primera vez que vi a Elan fue en la boda de la princesa Annaddara.

 

Es curioso, tus ojos no mienten, pero tus palabras parecen hacerlo… – Dijo Arrael Pero no tiene sentido que mientas. Disculpad, tenemos algo de prisa, ¿Está Khatara dentro o no?

 

Sí, lo está – Dijo Sagre Mi instinto me dice que tus intenciones son buenas, por favor, pasa.

 

Arrael y Enúber entraron a la zona de baños, ante la sorprendida y atenta mirada de Zhalón.

 

¿Por qué los dejas pasar? No sabemos si podemos fiarnos de ellos o no. – Dijo Zhalón.

 

Confía en mí, ese hombre es de confianza. – Dijo Sagre.

 

¿Y cómo lo sabes? Es el Mariscal de Elan, no me fio ni un pelo. – Dijo Zhalón.

 

Tranquilo, no te preocupes – Dijo Sagre Lo único que me ha sorprendido es que creyera haberme visto en un barco hace tres años.

 

Tal vez fue a tu hermano Megrez quien vio, y no a ti – Dijo Zhalón Recuerdo que en más de una ocasión me has hablado de él y de cómo mantenéis el contacto por telepatía; y según dices sois muy parecidos.

 

¡Por supuesto, tiene que ser eso! – Dijo Sagre Arrael vio a Megrez, lo cual significa que Elan también. Y seguramente ambos se pensaron que era él quien estaba en la boda.

 

¿Tanta importancia tiene eso? – Preguntó ZhalónMe dijiste que sólo hiciste cumplir la voluntad de la mayoría, que decidió que hubiera paz en aquella boda; y que como mucho nuestros recuerdos iban a tardar un poco en asentarse cuando todo acabara. Al menos así ha sido con Jigsx y conmigo. Pero a saber si ese rey loco sigue con una laguna en la memoria…

 

No creo, seguramente me recuerda tanto como cualquiera que hubiera estado allí. Además, ahora recuerdo que Megrez me habló de esto un día. Los seres azules tendieron una emboscada a Elan en su barco; al principio Megrez pensó que el Rey era atacado de manera cobarde e injusta, pero más tarde descubrió que él cometió atrocidades horribles contra esos seres azules tiempo atrás. Si él no lo hubiera defendido ahora estaría muerto; visto lo visto tal vez lo merecía… – Contestó Sagre.

 

Sigo sin entender qué importancia tiene. – Dijo Zhalón.

 

Pues que a partir del suceso de los seres azules, estos debieron verme como un temible enemigo, mientras que Elan y Arrael se pensaron que contaban con un poderoso aliado. Pero a partir de la boda Elan y su ejército me ven como rival, tanto como los seres azules. Con bastante probabilidad acabaré padeciendo las consecuencias de las acciones de mi hermano. – Dijo Sagre.

 

Sagre y Zhalón decidieron que era momento de volver al baño junto a sus amigos y ver qué tramaban Arrael y Enúber. Estos habían logrado dar con su hermana: sin casi saludar y antes de que les indicaran que no podían estar vestidos en la zona de baños Enúber hizo que él, Arrael, Khatara y Bieli salieran de allí con un conjuro de teletransporte.

 

¡Acaban de secuestrar a Khatara y Bieli! – Dijo Jigsx ¡Debemos ir tras ellos!¡Rápido! Puedo seguir el rastro que deja el conjuro y encontrarlos…

 

No, no es necesario. – Dijo Sagre.

 

Entonces entre Zhalón y él explicaron a Jigsx los planes de Arrael y Enúber. Preleste y Bukuri también los escucharon. Jigsx confiaba tanto en Sagre que no dudó por un momento de la veracidad de sus palabras.

 

Parece ser que el día de hoy está siendo muy intenso – Dijo Preleste ¿Por qué no disfrutan los señores de ese masaje al que les invitamos?

 

Por favor, disculpad mi comportamiento de antes – Dijo Zhalón Gustosamente me ofrezco para ayudaros. Sea lo que sea, lo haré.

 

Bueno, no tiene importancia, de verdad. Si son tan amables de ir a la sala que les indicamos. – Dijo Bukuri.

 

Las dos regentas de la casa de baños lo dispusieron todo para que Jigsx estuviera solo recibiendo su masaje y para que Sagre y Zhalón estuvieran juntos. Los tres fueron preguntados acerca de si tenían alguna preferencia a la hora de la persona que debía hacerles el masaje, Jigsx dijo que le daba igual, como Sagre, pero Zhalón pidió un hombre humano. Tras el masaje de Jigsx, Bukuri y Preleste entraron en la sala dónde el relajado yrteda descansaba.

 

¿Qué le ha parecido el masaje Don Jigsx? – Preguntó Bukuri.

 

Francamente relajante, tendré que repetir pronto. – Contestó Jigsx.

 

Nos complace que le guste. – Dijo Preleste.

 

Creo que hay algo que quiere comentarme, ¿Verdad? – Pregunto Jigsx.

 

Cierto. La verdad es muy simple, queremos que nos case usted Don Jigsx. – Dijo Bukuri.

 

Creía que ya estaban casadas. – Dijo Jigsx Siempre mencionan a la otra como su mujer.

 

Bueno, sólo somos pareja, pero queremos ser un matrimonio. – Dijo Preleste.

 

¿Y creen que yo puedo casarlas? – Pregunto Jigsx.

 

Por supuesto, usted es un amigo. Además, tiene muy buena relación con el Rey Alarán, él es quien debe autorizar nuestra unión. – Dijo Bukuri.

 

Entiendo, queréis que hable con el Rey para que consienta esta unión y luego queréis que yo la formalice.

 

Justamente eso Don Jigsx, ¿Podría hacerlo por nosotras? – Dijo Preleste.

 

¿Sólo querías pedirme eso? – Preguntó el yrteda.

 

Es todo cuanto deseamos.  – Contestó Bukuri.

 

Si le parece demasiado pedir podemos ofrecerle a usted parte de los beneficios de la casa de baños Ojukoy  – Dijo Preleste.

 

Bien, haré todo lo que esté en mi mano para casarlas – Dijo Jigsx pero rechazo tener parte de los beneficios: si lo hiciera no podría considerarme su amigo. Y por favor, dejémonos de cortesías: a estas alturas, ya podemos tutearnos. ¿Habéis pensando como queréis que sea la ceremonia?

 

Aún no tenemos nada pensado, pero queremos algo con todos nuestros familiares y amigos. – Dijo Bukuri.

 

Sí, una ceremonia clásica con varios días de festejos y celebración. – Contestó Preleste.

 

Suena divertido. En cuanto salga de aquí iré directo a hablar con el Rey Alarán, aunque creo que no me costará mucho convencerle…

 

Sagre recibió su masaje por un hombre humano, al igual que Zhalón. A los dos les resulto placentero y relajante.

 

¿Podemos ofreceros algo más? – Preguntó uno de los masajistas.

 

– Contestó ZhalónQuerríamos ir a una habitación privada donde poder pasar un buen rato a solas.

 

Por supuesto señor, ahora mismo le traigo la llave de nuestra mejor estancia. Daré orden de que no deben ser molestados. – Contestó el masajista.

 

No tardó en volver, les pidió que le acompañasen y los condujo hasta un dormitorio en cuyo centro había una gran cama con sábanas de seda. La habitación estaba ligeramente perfumada debido a las flores y pétalos que había repartidos por la estancia. Al marcharse el masajista les entregó la llave, Zhalón cerró la puerta por dentro.

 

¿Exactamente qué es lo que te propones? – Pregunto Sagre.

 

Creo que sabes la respuesta, pero te voy a dar una pista. – Contestó Zhalón señalando a su entrepierna.

 

No sé si estoy preparado… – Dijo Sagre, con timidez, ruborizándose.

 

 – Bueno, parece ser que alguien si lo está. – Dijo Zhalón mirando la entrepierna de Sagre.

 

No, si quiero hacerlo, pero no sé cómo, o si lo haré bien. – Dijo Sagre mucho más ruborizado.

 

Es la primera vez para los dos. Dado que no tenemos otras referencias, no sabremos si lo hacemos excepcionalmente bien o desastrosamente mal. – Dijo Zhalón.

 

Eso no me ayuda. – Contestó Sagre.

 

Bueno, hagamos una cosa: dejémonos llevar y que pase lo que tenga que pasar. – Dijo Zhalón.

 

No sé yo si este es el mejor lugar, preferiría estar en casa. – Contestó Sagre.

 

¿Te refieres a que te gustaría intentar hacer algo con mi madre preguntando qué hacemos cada cinco minutos? – Preguntó Zhalón con ironía.

 

No, tienes razón – Dijo Sagre Visto así este es el mejor lugar, pero aún así estoy nervioso.

 

Y yo también, tontorrón. Pero sé que nos saldrá bien. Si todo el mundo lo hace no puede ser tan difícil… – Dijo Zhalón.

 

Aquello tranquilizó a Sagre; él y Zhalón se dejaron llevar. Cómo no sabían que hacer improvisaron: se abrazaron, besaron y amaron, sin prisas; algunas veces se quedaban sin hacer nada largo rato, abrazados, sintiendo el calor y el olor de su piel, matizado por el perfume de flores que flotaba en la estancia; finalmente, casi sin quererlo, de manera involuntaria, acabaron encontrándose el uno al otro, casi a la vez. La sensación fue fantástica, sobrecogedora, magnífica. Terminaron abrazados, mirándose tiernamente el uno al otro: debido a su duro entrenamiento físico no estaban nada cansados; pero ninguno quiso más, aquella primera experiencia los dejó satisfechos. De pronto, Sagre notó que su hermano Megrez estaba llamando a través de un Alón, como hacía siempre. Lo que dijo su hermano lo dejó de piedra, y Zhalón notó el cambio en su mirada.

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