Sagre, capítulo 13

Sagre, capítulo 13.

Sagre

Sagre

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A la mañana siguiente de la boda, bien temprano, un yrteda fue de visita a casa de Jigsx. El servicio ya le había visto en la celebración y sabía quién era: el director de la Real Academia de Magia Silvarina, Gydlo. Un miembro del servicio fue a recibirlo y mandó a otro sirviente ir a buscar a Jigsx mientras ofreció asiento y algún refrigerio al director. No tardó mucho en llegar el joven consejero, dado que cuando el servicio le avisó de la visita, este se encontraba despierto y absorto en sus pensamientos.

 

Jigsx no había conseguido dormir apenas la noche tras las celebración de la boda. A pesar de que el recuerdo de la ceremonia y del banquete era hermoso y agradable, no tenía coherencia. Le resultaba imposible ordenar de una manera lógica lo sucedido, y había lagunas en su memoria, que no conseguía llenar. Le intranquilizaba la posibilidad de que hubieran modificado inadvertidamente sus recuerdos.

 

Tras las salutaciones de rigor el director solicitó tener una charla en privado con Jigsx. Este condujo a Gydlo hasta uno de los despachos: una vez allí se sentaron ambos en cómodas butacas, el uno enfrente del otro.

 

Cómo supongo que ya sabrás, una buena parte de la herencia de Úlos fue destinada a la academia. – Dijo Gydlo.

 

Sí, yo mismo me encargué de aumentar esa parte. – Dijo Jigsx.

 

Oh, veo que compartes la filantropía de tu predecesor. – Dijo Gydlo.

 

Como mago me interesa la formación de nuevos alumnos, sería una pena que alguien con talento se quedase sin poder estudiar magia por falta de dinero.

 

Eso mismo pienso yo, por eso alguna que otra vez pago los estudios a algún alumno que lo merezca de mi propio bolsillo.

 

Veo que vos también sois generoso.

 

Lo hago para que nadie tenga que caer en manos inadecuadas.

 

Jigsx empezó a recordar demasiadas cosas, pero no precisamente de la boda, ni mucho menos eran agradables. “¿Qué haces aquí? ¿Y por qué te preocupas ahora por gente que enseña fuera de la academia? Jamás habéis mostrado interés en eso. O en mi… ¿Por qué me viene todo esto a la cabeza ahora?”

 

– A veces me pregunto qué es peor: las manos inadecuadas que la academia no puede controlar, o las manos inadecuadas sobre las que la academia calla – Dijo Jigsx con tono resentido.

 

– Sé a quién te refieres.

 

– ¡No sabes! – Gritó Jigsx – ¿Qué hizo tu academia cuando Kohdc me tomó por pupilo? ¡Callar! ¿Qué hizo cada vez que me escapaba de él para pedir ayuda a vuestras puertas? ¡Mirar a otro lado! ¡Así que no vengas a fingir interés ahora!

 

No finjo interés. Yo también fui pupilo de Kohdc durante sus años en la academia. Y también lo fue Hytre, que era de mi familia: nuestras tatarabuelas eran hermanas. Sé lo que te hizo, porque también me lo hizo antes. No fuiste el único que tuvo que sufrir sus abusos…

 

Eso no me alivia, más bien me enfurece más. ¡¿Por qué no lo mataste?! ¡¿Por qué no lo mató Hytre?! La gran mayoría de conjuros los aprendí para poder escaparme de él, pero no tenía adonde ir. Yo solo era un huérfano que él rescató de las calles. Se me adelantó Sagre, pero iba a matarlo con esto

 

Jigsx sacó de su mano la misma esfera verde que utilizó hace tiempo con Zhalón. El conjuro iluminó su cara y la de Gydlo. El director pudo ver la cara de Jigsx, que pasó de roja de ira a pálida y hueca, como una máscara incapaz de expresar nada vivo. Tras unos segundos Jigsx deshizo la esfera, y su cara volvió a la normalidad.

 

– No recuerdo haber visto nunca un conjuro así. ¿Lo has inventado tú?

 

– Sí, lo llamo Dolor.

 

– ¿Y qué hace?

– No quieras saberlo.

 

En verdad te escogió por tu talento. Kohdc sentía atracción por jóvenes promesas. Le gustaba romper lo que él decía “cosas bonitas”. Sí, para él éramos esas cosas…

 

– ¡¿Y crees que saber eso me hace sentir mejor?! ¡¿Más afortunado?! – Dijo JigsxA mi me obligaba a darle placer y pretendía que a mí también me gustase; que fuese yo el que le buscase por propia voluntad. Muchas veces le lanzaba conjuros de sueño para que se quedase dormido y creyera que había logrado satisfacerse a lo grande y que había acabado vencido por el agotamiento de la gesta épica. Su mente y su cuerpo ya estaban demasiado atrofiados, por suerte para mí.

 

Hytre y yo no tuvimos esa fortuna, fuimos pupilos suyos en la madurez de sus poderes y capacidades – Dijo Gydlo – No hubiéramos podido dormirlo, mucho menos intentar matarlo. A duras penas conseguimos que fuera pillado en el acto y fuera expulsado. Pero su ascendencia noble y las aportaciones que hizo a la academia por su silencio lo hacían intocable.

 

– ¡Y de esta manera me tocó sufrir sus últimos días en silencio! Cuando Sagre apareció y lo mató fue el día más feliz de mi vida, pero mi amigo me arrebató la satisfacción de matarlo con el Dolor, resucitarlo, infligir Dolor otra vez y verlo morir tantas veces como mi propio cuerpo aguantase hasta quedarme a gusto.

 

No vale la pena que guardes tanto rencor, ya está muerto. – Dijo Gydlo.

 

¿Qué no guarde rencor? ¡Por su culpa me odio y me doy asco! ¡No puedo entender cómo la gente puede amar o practicar el sexo! ¡No puedo orinar sin tener la imagen de él mirándome! ¡No puedo ni mirarme desnudo ante un espejo!– Dijo Jigsx llorando a pleno pulmón y quedándose sin aliento.

 

Gydlo se levantó y abrazó a Jigsx. Él intentó deshacerse de él, pero el director era demasiado fuerte. Acercó su boca al oído del joven.

 

Ahora voy a liberarte de tu carga. – Le dijo Gydlo susurrando en su oreja. Jigsx cayó desmayado en la butaca.

 

El joven volvió en sí al cabo de un minuto. Se sentía extrañamente despejado.

 

¿Qué me has hecho? Me siento mucho mejor. – Preguntó Jigsx.

 

Este conjuro lo ideé yo para poder seguir adelante con mi vida. Kohdc disfrutaba rompiendo cosas bonitas, como las almas de los jóvenes. Redención arregla las almas ayudando a la gente a pacificar con los traumas del pasado. ¿Ves? Yo también fui un joven insomne creando conjuros a la luz de las lunas…– Dijo Gydlo.

 

Jigsx percibió que todas sus malas experiencias seguían ahí, pero ya no le afectaban negativamente. No lo limitaban, sólo formaban parte de su pasado.

 

Es increíble – Dijo Jigsx No sé cómo darte las gracias.

 

Yo sí – Dijo GydloQuiero que seas profesor en mi academia. No acepto una negativa por respuesta.

 

Pero mis obligaciones me impedirán estar todo el tiempo que quiera… – Dijo Jigsx

 

 No te preocupes por eso, ya organizaremos un horario que te venga bien. Además, te regalaré pergaminos de Teletransporte. – Dijo Gydlo.

 

No es necesario, conozco ese conjuro. – Dijo Jigsx.

 

Asombroso. Ese conjuro es muy difícil de aprender, y mucho más usarlo sin problemas. Está claro que tus aptitudes para la magia son excepcionales – Dijo Gydlo.

 

Y los dos yrtedas estuvieron hablando un rato más. Finalmente acordaron un horario compatible con las actividades de Jigsx. Antes de que Gydlo se marchara el consejero le enseñó su conjuro de Llamada Ciega, lo que convenció aún más del enorme talento del joven. Gydlo le indicó que podría empezar sus clases con eso, y que por razones de seguridad no enseñe nunca Dolor.

 

Tan pronto se marchó el director Jigsx decidió utilizar el conjuro con su hermano Hufaz. Sintió miedo, estuvo a punto de no hacerlo, pero se armó de valor y lanzó el conjuro. Hubo un largo y tenso momento, hasta que finalmente el conjuro dio resultado: su hermano estaba vivo y para su sorpresa bastante cerca, en Ederia. Se teletransportó delante de su sorprendido hermano y lo abrazó. Tras ponerse al día volvieron a Ispedia.

Hufaz había estado sobreviviendo como pudo, haciendo trabajos temporales y a veces incluso robando. Jigsx informó a todos de que su hermano iba a quedarse a vivir en su mansión.

 

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Durante los tres años siguientes Sagre, Zhalón  y Jigsx estuvieron trabajando y entrenando muy duro, los tres con Rásoc  y en algunas veces por separado.  De vez en cuando Sagre y Zhalón disputaban combates contra Rásoc, algunas veces también luchaban entre ellos.

 

Hufaz se instaló en casa de su hermano. Allí se sentía muy a gusto, viviendo de su hermano, sin mover un dedo y abusando del servicio, lo cual hacía ganarse las broncas de Jigsx. Harto de este asunto decidió que era hora de que su hermano tuviera un empleo. Habló con la gente para ver si alguien podía ayudarle: todos estuvieron encantados de prestarle ayuda. Sin embargo su hermano estaba demasiado a gusto con la vida de holgazán, por lo que ni se molestó en presentarse ante la gente que le indicaba su hermano Jigsx.

Harto de esta situación y utilizando su posición en la Academia de Magia decidió apuntar a Hufaz como «voluntario» a las clases de magia. Tras varias sesiones prácticas decidió que prefería buscarse algo menos doloroso, por lo que aceptó un trabajo de guardián en el castillo. No estaba demasiado conforme, pero era muchísimo mejor que recibir múltiples y dolorosos impactos de conjuros…

 

Hubo un combate memorable entre Sagre y Zhalón en que el humano estuvo a punto de ganar al iridiano: Zhalón utilizó un conjuro llamado Estro, que había inventado él mismo a raíz de una meditación que le dio la inspiración. Dicho conjuro aumentaba los atributos físicos y mentales de la persona que fuera objetivo. Sin embargo, no fue suficiente y Sagre derrotó a su oponente por poco. Las normas de aquellos combates eran simples: la persona que hiciera que su oponente estuviese en el suelo cinco segundos o más ganaba un punto, el primero en llegar a veinte puntos ganaba. En aquel combate estuvieron igualados a diecinueve durante mucho rato, finalmente fue por agotamiento que acabó Zhalón en el suelo.

 

Ha sido un buen combate, ¿Desde cuándo sabes tú lanzar conjuros? – Pregunto Sagre entre jadeos.

 

Pues desde hoy mismo, ni siquiera sabía si lo conseguiría. – Contestó Zhalón jadeando también.

 

Pues lo has hecho – Dijo SagreJigsx dice que todos somos capaces de usar conjuros, que el Dariré está en todos nosotros.

 

Y también dice que dormir es para débiles, así que si yo fuera tú tendría cuidado con hacerle mucho caso. – Dijo Zhalón  en tono burlón.

 

Ni siquiera en mi ausencia dejáis de meteros conmigo. – Dijo Jigsx con una sonrisa en el rostro – ¿Tanto me echáis de menos?

 

Buf, ni te lo imaginas. Te echamos tanto de menos que estamos deseando que te vuelvas a ir para seguir echándote de menos. – Dijo Zhalón.

 

Hombre, un poco sí que se le echa de menos. Últimamente estás tan ocupado con tus clases y con tus labores de consejero que apenas te vemos. – Dijo Sagre.

 

Tal vez deba tomarme unas vacaciones… – Dijo Jigsx.

 

Sí, ya, el señor «estoy demasiado ocupado para desayunar con vosotros, ¿Cómo que ya es miércoles? Mierda, debí haber acabado el papeleo ayer, mejor quedamos para cenar, el viernes» – Dijo Zhalón imitando a Jigsx.

 

Te noto muy locuaz para haber acabado de recibir una paliza de órdago, ¿Necesitas que te cure?

– Le contestó el yrteda.

 

¿Quieres un combate contra mí? – Le preguntó Zhalón amenazante.

 

Bueno, dejadlo – Dijo Sagre Lo cierto es que este combate ha sido muy igualado. Por lo visto Zhalón ha aprendido a usar magia.

 

Ha sido sólo un conjuro de nada. – Dijo Zhalón algo ruborizado por el halago de Sagre.

 

Vaya, a ver si ahora me vas a hacer la competencia como mago. – Dijo Jigsx riéndose.

 

Sí, eso estaría bien. Y luego me pongo a dar clases. – Contestó Zhalón siguiendo la broma también riendo.

 

Hablando de eso, ¿Cómo te va en la academia? ¿Tienes muchos alumnos? – Preguntó Sagre.

 

Unos doscientos por bloque y hay quince bloques. – Contestó Jigsx.

 

–  ¡Caray! Eso hace tres mil alumnos, ¿Te sabes el nombre de todos? – Preguntó Zhalón.

 

No, por suerte llevan el nombre bordado en la túnica. – Contestó Jigsx.

 

Ah, menos mal, sería una pesadilla tener que recordar a todos los alumnos por su nombre. – Dijo Zhalón.

 

Bueno, algunos alumnos se quejan por la pronunciación. La «humana suena a veces como la « yrteda. Con quien tengo verdaderos problemas a veces es con los nombres panthera, a veces las consonantes se convierten en vocales y viceversa, es un auténtico quebradero de cabeza. – Dijo Jigsx.

 

¿Y entonces qué haces para llamar a esos alumnos? – Preguntó Sagre.

 

Equivocarme la mayoría de veces, qué remedio… – Contestó Jigsx con toda la sinceridad del mundo.

 

Aquello hizo que los tres rieran a carcajadas. Dado que los tres estaban cansados decidieron ir a la casa de baños para asearse y relajarse un rato. La casa de baños era un lugar distinguido donde la alta sociedad y aquellos de clase media que podían permitírselo iban a socializar. Era muy habitual hablar sobre política o negocios en los baños. También servían como prostíbulo, pero con unas normas muy estrictas y concretas: los hombres y mujeres que ofrecían servicios sexuales llevaban joyas que indicaban lo que podían ofrecer. Mientras que el metal del que estaban hechos indicaba el precio y por tanto, la calidad del servicio, las joyas engarzadas indicaban de qué servicio se trataba: un rubí significaba sexo; una esmeralda, una interesante conversación; un zafiro, un masaje; y un diamante, todo lo anterior.

 

Las reglas para los clientes eran las siguientes: si sólo deseaban disfrutar de un baño, pagaban por él a la entrada y se les daba una pulsera de cuero trenzado que tenía una llave puesta. Dicha llave abría un armario de los vestuarios en los que había una toalla limpia, y espacio donde podían los clientes dejar su ropa. Si el cliente quería la ropa limpia podía solicitarlo de forma gratuita en las casas de baños más selectas; en otras ese servicio era de pago; y en las demás, ni existía.

 

Si además del baño el cliente precisaba conversación, la pulsera pasaba de trenzada a ser una cinta lisa, de color negro.  Lo que se entendía por conversación era una sesión privada, en que el cliente le explicaba lo que quisiera a la persona escogida y esta le daba consejo y consuelo. Los clientes que querían un masaje recibían, además de la pulsera de cuero, un brazalete de oro o plata, según el precio que pagaba por el masaje.

Si lo que querían era sexo la encargada de los baños les daba una pulsera trenzada especial: a simple vista era como el resto, pero estas pulseras habían sido sumergidas e impregnadas en un perfume que muy poca gente era capaz de detectar, excepto los asistentes. Estos formaban parte de los trabajadores y trabajadoras de la casa de baños, y se les diferenciaba por qué no llevaban ni pulseras ni joyas.

El trabajo de los asistentes era conducir a los clientes hacia sus servicios, y los servicios hacia los clientes. Esto era muy importante, no sólo para que nadie recibiese algo por lo que no había pagado, sino también para evitar algún malentendido e importuno para un cliente que sólo buscaba un tranquilo aseo personal. No obstante, si alguien cambiaba de opinión y buscaba un servicio diferente podía ponerse en contacto con los asistentes, los cuales cambiaban la pulsera o brazalete; el coste o reembolso se efectuaba a la salida.

Los asistentes también servían comida y bebida a los clientes, por tanto era bastante común dirigirse a ellos para hablar, pero ellos no ofrecían ningún servicio; si algún cliente lo pedía era educadamente rechazado; si se ponía pesado era amablemente conducido hasta el personal de seguridad, que de nuevo amablemente le recordaba las normas de la casa; si aún así, el cliente insistía, era sacado del lugar sin demasiada amabilidad, se le devolvían sus pertinencias y su dinero, y se le pedía de buenas maneras que no volviera si presentaba de nuevo un comportamiento tan impropio de una persona civilizada.

 

Esto rara vez ocurría en la casa de baños de Ispedia, la cual era considerada una de las más elegantes y distinguidas. Su regenta era una noble gekjo, de la casa Escamagris. Su nombre era Bukuri y su belleza era tal que mucha gente acudía a sus baños sólo para verla.

Bukuri solía mantener charlas con los clientes más distinguidos; únicamente charlas, puesto que ella era fiel a su esposa Preleste. Ambas dirigían la casa de baños Ojukoy, que en el idioma gekjo significa “manantial de agua caliente”.

 

Tan pronto Sagre, Zhalón y Jigsx entraron por la puerta fueron cordialmente recibidos por el chico weida que en ese momento estaba atendiendo la entrada. Los tres amigos iban bastante a la casa de baños Ojukoy, de manera que el trato que recibían era siempre muy cordial; sobre todo Jigsx, que por su condición de consejero de casa había sido siempre objetivo de muchas atenciones, todo ello ordenado por Bukuri y Preleste.

Justamente en el momento en que se disponían a pagar Preleste apareció para comentarle algo al chico weida. Al ver que estaban allí Jigsx y sus amigos los saludó muy cordialmente. Cuando pagó el importe y el chico les estaba dando las pulseras de cuero a los tres, Preleste le dijo que les diera además un brazalete de oro a los tres, que la casa les invitaba a un buen masaje.

Jigsx se negó, pero Preleste no le aceptó la negativa; por tanto se rindió y aceptó el regalo agradecido.

Entraron a los vestuarios, que en ese momento estaban vacíos; se quitaron la ropa y antes de que pudieran guardarla en el armario, vino una chica humana y las recogió en una cesta de mimbre.

 

¡Ey!  – Dijo Jigsx¿Qué haces con nuestra ropa?

 

Recogerla para lavar, señor. – Dijo la chica

 

No hemos pagado por eso – Dijo Jigsx.

 

Órdenes de la señora Preleste, yo solo cumplo con mi trabajo. – Contestó la chica y siguió recogiendo la ropa.

 

Empiezo a pensar que Preleste quiere pedirme un favor – Dijo Jigsx, cuando la chica terminó de recoger la ropa y se fue.

 

¿Sólo a pensarlo? – Dijo Sagre Está claro que te va a pedir algo.

 

Sí y por cómo actúa parece que es un favor de los gordos. – Dijo Zhalón.

 

Bueno, veamos en qué acaba todo esto. – Dijo Jigsx con resignación.

 

Una vez dentro fueron a lavarse; cada uno cogió un barreño de madera, lo llenó de agua templada y se lo tiró por encima; repitieron varias veces el proceso hasta asegurarse de estar limpios.

El lugar estaba bastante vacío: era habitual, por la hora y el día que era. Zhalón fue el primero en querer entrar al agua, dio un salto en el borde de la gran bañera y se dispuso a entrar al agua, pero algo paró su inmersión y se quedó flotando de pie encima del agua.

 

– ¡Eres un aguafiestas, Sagre! Siempre que venimos aquí me haces lo mismo. – Dijo Zhalón indignado.

 

Y yo siempre te digo que no saltes a la bañera, que entres con cuidado; podrías salpicar y molestar a alguien. – Dijo Sagre.

 

Entonces el agua comenzó a tragarse lentamente al humano, que cruzó los brazos y frunció el ceño.

 

Nunca dejas que me divierta. – Sentenció Zhalón antes de hundirse del todo.

 

Utilizando las anchas escaleras de piedra Sagre y Jigsx entraron a la piscina y comenzaron a nadar. El agua estaba a la temperatura ideal y desprendía un ligero aroma a jabón y a lavanda; se estaba muy bien allí. Mientras nadaban se les acercó Khatara.

 

– Saludos Don Jigsx, saludos Don Sagre… Hola… Zhalón. – Dijo Khatara.

 

– ¡Hola, lesbiana tarada, te tengo dicho que me llames Don Zhalón, que yo también soy noble!. – Dijo Zhalón nadando en círculos al rededor de Khatara.

 

Te trataré con respeto cuando tú me trates a mí con él; mientras tanto para mí no serás más que un bufón que acompaña a sus señores. – Dijo Khatara.

 

¿Pero cómo te atreves? Te voy a… – Dijo Zhalón.

 

Zhalón, ¿Quieres más Dolor? – Dijo Jigsx interrumpiéndole.

 

– ¡Sagre, mira, me está amenazando! – Dijo Zhalón como si fuera un niño de cinco años.

 

– ¡Eso, corre a esconderte en los brazos de tu hombre, nenaza llorica! – Contestó Khatara.

 

Todos se echaron a reír. Aquellas bromas eran muy habituales entre ellos; los cinco se hicieron muy amigos desde la boda de la princesa Annaddara. Los cinco se veían muy a menudo, sobre todo Zhalón, Sagre, Khatara y Bieli, la novia de Khatara.

 

A todo esto, ¿Dónde está Bieli? – Preguntó Zhalón.

 

Detrás de ti – Dijo BieliHola a todos, me alegro de veros.

 

Y nosotros de veros a vosotras. – Dijo Zhalón.

 

¿Cómo van las clases de magia, Jigsx? – Preguntó Khatara.

 

Bien, no me quejo, tengo buenos alumnos. – Dijo Jigsx.

 

Aunque algunos tengan nombres impronunciables. – Dijo Sagre.

 

Y los tres chicos volvieron a reír ante la mirada de incomprensión de ellas; cuando Jigsx les explicó la gracia rieron también.

Los cinco estuvieron disfrutando de los baños. Sin que ellos dijeran nada uno de los asistentes les llevó una bandeja con zumo de frutas y dulces típicos de Belmonte, los cuales consistían en unos pastelillos elaborados con frutos secos, distribuidos en una pasta de harina laminada, muy fina, bañados en almíbar, jarabe de miel o néctar de dulceveja, un animal típico también de Belmonte, similar a una oveja, que produce una especie de algodón dulce y nutritivo. Al ver aquello Khatara sintió una gran nostalgia; Bieli lo notó y abrazó cariñosamente a su amada. Sagre pudo sentirlo gracias a su Empatía: entonces cogió suavemente a Khatara por el mentón, puso sus ojos a la altura de los suyos y le habló.

 

No te preocupes, esto pasará. Pronto irán mejor las cosas. – Dijo Sagre.

 

Gracias a todos, gracias por vuestro apoyo. – Dijo Khatara.

 

Sin poder evitarlo, unas cuantas lágrimas acabaron disueltas en la bañera. Pero sólo fue un momento de flaqueza: recobró fuerzas y sonrió de nuevo.

Cuando alzó la vista vio que Preleste y Bukuri estaban dirigiéndose a la bañera, bajaron las escaleras y se situaron junto a ellos.

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