Sagre, capítulo 15.
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Con lo que dijo Yans acerca de las diferencias de hora rondando en su cabeza, Jijsx se fue a su habitación, sacó un viejo mapa de Domhan que recordó estaba guardado en un escritorio desde que llegaron a Ispedia, y se quedó observándolo.
Centró su atención en la distancia entre Ispedia, la ciudad donde residía, y Silvarino, donde enseñaba magia. Silvarino se encontraba en la falda de la Gran Cordillera de Madraí, al oeste de Falcha, la capital del reino Konei, en el país que daba nombre a la cordillera.
La distancia entre Ispedia y Silvarino era de aproximadamente dieciocho mil kilómetros. Comparó esta distancia con la que hay entre Ispedia e Irdresma, donde nació Sagre: y más o menos es la misma.
Jigsx se preguntaba entonces cómo es que entre Ispedia e Irdresma había tanta diferencia horaria cuando entre Ispedia y Silvarino, ciudades igual de distantes, la hora era exactamente la misma. Dio vueltas al mapa durante horas y horas, medía las distancias una y otra vez, sin llegar a ninguna conclusión clara. Pasó la noche entera intentando resolver este enigma, sin éxito.
Desesperado sopló una fuerte bocanada de aire y se dejó caer en el respaldo del asiento: el soplido tiró el mapa al suelo. Al recogerlo y ponerlo de nuevo sobre la mesa, lo colocó sin darse cuenta el mapa al revés, con los norte y sur intercambiados. Visto de esta manera, también se alternaban oeste y este, quedando que el sol salía por allí en lugar de por el oeste. «¡Qué disparate!» Pensó Jigsx, aunque al girar de nuevo el mapa notó que la línea casi vertical que había dibujado uniendo Silvarino con Ispedia seguía en la misma posición.
– Veamos – Dijo Jigsx para sus adentros – Si el sol sale por la derecha del mapa, es decir, el oeste y avanza hacia la izquierda del mapa, es decir, el este, en todas las zonas verticales dentro de una misma superficie concreta será la misma hora, ¡Por eso en Irdresma hay otra hora, porque está a la derecha! Sin embargo, Silvarino está en la misma vertical que Ispedia… ¡Y también por eso entre Silvarino y Falcha hay una hora más, porque el sol llega a Silvarino con una hora de antelación y luego llega a Falcha!
Jijsx tuvo al fin la satisfacción de haber desentrañado aquel misterio, pero se sentía algo cansado. Quiso saber si podía acostarse un rato antes de ir a la academia de magia para dar clase; pero el sol ya estaba asomando entre las montañas, por lo que decidió que no valía la pena. Decidió ir a la cocina a hacerse un café bien cargado.
El servicio aún dormía, puesto que él tenía instrucciones de dejarlos dormir hasta las ocho, una hora antes de lo que solía levantarse la mayoría de las personas.
Buscó los granos del café en la despensa, los pesó y los tostó en una sartén. Cuando el aroma de los granos le indicó que estaban un su punto, los echó calientes a un molinillo que hizo dar vueltas con magia, suspendido en el aire. Los granos recién molidos no caían en el cajón del molinillo, sino que flotaban en un hilo de polvo negruzco hasta caer en un cazo con agua que previamente había hecho hervir, y dejó que el café molido reposara un poco.
Cuando el agua tomo un color tan negro como el grano molido, extrajo las borras condensándolas en una bola que flotaba sobre el café caliente, bola que iba apretándose y reduciendo de tamaño, goteando café. Una vez seca, la bola voló hacia un contenedor donde iban los restos de comida: una vez lleno, los jardineros lo sacarían de la cocina para hacer abono en el jardín.
Jigsx tomó el cazo que contenía el café filtrado y vertió un poco en una taza. Cogió la taza con las dos manos, se apoyo en el fregadero y aspiró el delicioso aroma que desprendía: pudo notar que el café era fuerte e intenso, con todo su sabor amargo. Como a él le gustaba.
– ¿Quién anda ahí? – Preguntó una señora que venía con una lámpara de aceite en la mano y acompañada de un par de guardas de la casa y del ama de llaves.
– Soy yo señora regenta – Dijo Jigsx – Me desperté temprano y bajé a prepararme un café.
– Pues me había asustado usted Don Jigsx. Como no vi luz y oí ruidos pensé que había entrado alguien a robar. – Dijo el ama de llaves aliviada y con un tono ligeramente recriminatorio que intentaba disimular con la agudeza de su voz.
– Lamento haberles asustado – Dijo Jigsx – Ya que les he importunado, ¿Serían tan amables de compartir el café que he preparado? Hay de sobra para todos.
– ¿Y dónde ha hecho usted el café? – Preguntó el ama de llaves, aparentemente perpleja.
– He cogido unos cuantos granos de café en la despensa, los he tostado en esa sartén de ahí, los he molido con el molinillo y lo he infusionado en este cazo – Dijo Jigsx. “¿Esta mujer no ha hecho café en su vida?”, pensó.
– Pues no hay leña en el brasero, ni ceniza en el cenicero. – Contestó el ama de llaves – Ni tampoco está la cocina caliente, está fría…
– Pues debo haber usado magia para calentar la sartén sin haberme dado cuenta. – Dijo Jigsx. “Ah, era eso”.
– ¡Habrase visto tanto descaro el del ama de llaves! – Dijo la regenta – ¿Cómo te atreves a cuestionar a Don Jigsx? Si dice que ha hecho café, es que lo ha hecho. Además, toda la cocina huele a café recién hecho, si incluso se lo está tomando…
– No tiene importancia doña regenta, la muchacha tiene curiosidad. Si no lo llega a preguntar, ni me doy cuenta de que he utilizado la cocina sólo como soporte para la sartén. – Dijo Jigsx.
– ¿Y cómo ha sido capaz de encontrar el café en la despensa, si está más oscura que boca de lobo y todos los sacos parecen iguales? Yo siempre entro allí con lámpara, ya puede estar el sol bien brillante que no soy capaz de ver nada. En esta cocina no entra nada de luz, ni menos en la despensa… – Preguntó el ama de llaves.
– Será que los yrteda tenemos unos ojos más acostumbrados a ver en la oscuridad. – Contestó Jigsx.
– ¡De verdad que la insolencia de esta muchacha no tiene límites! – Dijo la regenta alterada – ¿Es que acaso te crees que puedes hablarle así, tú, que ni eres noble ni nada? Vamos, sal de mi vista ahora mismo antes de que pierda la paciencia. ¡Qué descaro, que insolencia!
Jigsx sabía que la regenta tenía razón: una simple ama de llaves no debería atreverse a hablarle así a un noble, ni menos alguien de la escala del yrteda.
Él ya tenía asumido que por su corta edad y apariencia afable la gente se relajaba mucho con él, y de vez en cuando se permitía unos momentos de confianza mayor. Pero el ama de llaves había llegado demasiado lejos, la regenta hizo bien en recordarle su lugar.
– Os pido disculpas por el comportamiento del ama de llaves – Dijo la regenta – A su edad hay veces que pierden la noción de con quién están hablando.
– ¿Qué edad tiene la mujer? – Preguntó Jigsx.
– Creo recordar que tiene veintidós don Jigsx. – Contestó la regenta.
– Entonces es de mi edad, pronto cumpliré yo los veintidós. – Contestó Jigsx.
– Oh, ¿Y cuándo será? Habrá que organizarle una fiesta. – Dijo la regenta.
– Pues dentro de tres días. – Contestó Jigsx.
– ¡Entonces no hay tiempo que perder! – Dijo la regenta poniendo ojos como platos – Tengo mucho que hacer para organizarlo todo. Madre mía, no tendré tiempo…
La regenta se fue con paso veloz, murmurando cosas que necesitaba. Los guardas se fueron de la cocina para ocupar sus habituales posiciones. Jigsx no tuvo tiempo de decir que no quería que hiciese nada: nunca había sentido una emoción especial por su cumpleaños, puesto que nunca pudo celebrarlo, y tampoco tuvo motivos para celebrar nada.
Pero en los últimos años la cosa había cambiado: ahora tenía amigos, se había reencontrado con su hermano y por fin había podido dejar atrás la sombra de Kohdc. De modo que decidió dejar que la regente organizase todo lo que quisiera organizar: por primera vez en mucho tiempo estaba en condiciones de disfrutar de algo plenamente. Tomó otro sorbo de su café: estaba tan amargo que su lengua se tornó rasposa, cosa que le encantaba.
Jigsx miró alrededor: todo estaba tranquilo y en silencio. Nadie había en la cocina salvo él. Las mesas estaban impolutas, así como los suelos, pareces y techo. No había duda alguna de que la regenta se esforzaba por que todo estuviera impecable: incluso un lugar tan propenso a ensuciarse como era la cocina.
El yrteda se acercó a la cocina que había usado para hacerse el café y abrió el brasero: no había rastro de leña, ni ramitas, ni virutas de madera ni serrín. La noche anterior, justo después de la cena, había sido limpiado a fondo, al igual que el cenicero de la cocina. Jigsx miró las cocinas una por una, todas estaban impecables. Se agachó para mirar debajo de ellas, pero no logró encontrar nada de suciedad. «Tengo que subirle el sueldo a todos los que se encargan de la limpieza, francamente hacen su trabajo de maravilla» – Pensó Jigsx. – «Aunque no se que decía el ama de llaves de que esta cocina es oscura, yo veo perfectamente».
Zhalón entro en la cocina, agarró el café que tenía Jigsx en las manos y se lo quitó, probó un poco y lo escupió, de amargo que estaba.
– ¿A esto lo llamas café? ¡Si no puede ser más amargo! – Dijo Zhalón.
– Es que si no es amargo no es café – Contestó Jigsx mientras recuperaba su café haciendo que levitara de vuelta a sus manos – He hecho más, si quieres sírvete. Azúcar hay en la despensa.
– Oye, ¿Y no se te ha ocurrido encender las velas de la lámpara? Prácticamente no se ve nada aquí. – Dijó Zhalón.
– Yo veo perfectamente, pero como quieras – Dijo Jigsx, que dando un nuevo sorbo a su café hizo que se encendieran las velas de todas las lámparas de la cocina. – ¿Mejor así?
– No pierdes una oportunidad de presumir de poder mágico, ¿Verdad? – Le dijo Zhalón – Hablando de magia, ¿No deberías irte ya a dar clases? No querrás llegar tarde, piensa que Silvarino está muy lejos.
– En realidad tengo tiempo, resulta que allí es la misma hora que aquí. – Dijo Jigsx.
– ¿Y cómo es eso posible? Si ayer los amigos de Sagre nos explicaron que la distancia afecta al paso del tiempo. – Dijo Zhalón.
– No funciona exactamente así, si quieres te lo explico. A todo esto, ¿Dónde está Sagre? – Preguntó Jigsx.
– Se ha quedado dormido en la cama, parecía estar muy cansado. He preferido no despertarle. – Dijo Zhalón.
– Me da que has tenido algo que ver con su cansancio… – Dijo Jigsx en tono burlón.
– No más que Rásoc. – Contestó Zhalón.
– No me refería al entrenamiento de Hostarán – Dijo Jigsx.
– Ni yo tampoco. – Contestó Zhalón con una sonrisa.
– ¡¿Cómo?! – Dijo Jigsx después de atragantarse con el café.
– ¡Has picado, es broma! – Dijo Zhalón riéndose – ¡Venías a por lana y has salido esquilado!
– Bueno, me tengo que ir, nos vemos luego. – Dijo Jigsx, algo ruborizado.
– Espera, aún no me has contado por que en Ispedia es la misma hora que en Silvarino. – Dijo Zhalón.
– Oh, es verdad, ahora te lo explico. – Dijo Jigsx – Vaya, no me he traído el mapa conmigo… bueno, esto servirá.
Entonces el yrteda cogió una manzana y con la uña hizo una marca circular en la manzana. Luego hizo otra marca a la izquierda de la primera marca, y después hizo una tercera muesca debajo de la primera: las dos últimas marcas estaban a una distancia similar de la primera. Entonces Jigsx hizo que en la punta de su dedo índice apareciese una diminuta esfera de luz, del tamaño del hueso de una cereza.
Para que Zhalón viera mejor qué pretendía oscureció la zona que los rodeaba, sin apagar las velas, pero impidiendo que su luz llegase hasta ellos; de manera que la manzana quedaba iluminada sólo por la luz que venía del dedo de Jigsx. Entonces mágicamente sostuvo la manzana en el aire y la hizo girar lentamente hacia la derecha.
– Mira, imagínate que esta manzana representa a Domhan y la luz representa al sol. Esta primera marca representa Irdresma, el lugar dónde vive la familia de Sagre. Ahora fíjate que a esa zona ha llegado la luz del sol; pero a Ispedia, que es la marca que hice primero, y a Silvarino, que es la tercera marca, aún no ha llegado la luz. Si seguimos girando la manzana, la luz llegará también a las dos ciudades que faltaba por llegar, pero ya había llegado antes a Irdresma. De modo que la diferencia de tiempo que tarda en llegar la luz entre sitios, son las horas de ventaja que hay entre un sitio y otro; pero dado que la luz llega a la vez a Ispedia y a Silvarino, es la misma hora ¿Entiendes? – Dijo Jigsx.
– Espera, espera, espera – Dijo Zhalón confuso – ¿Me estás diciendo que vivimos en una esfera que flota, girando a la derecha, bañada por un sol que también flota?
– ¿Eh? – Preguntó Jigsx confuso. Había cogido la manzana porque no tenía el mapa a mano, pero visto de esta manera, tenía todo sentido, desde las diferencias de horario hasta cómo el sol sale y se pone para salir de nuevo – No lo había pensado así, pero tiene todo el sentido del mundo, ¡Eres un genio Zhalón!
– ¿Cómo? ¿Yo? ¿Un genio? – Dijo Zhalón sorprendido – ¿Te encuentras bien?
– No eres consciente de lo que acabamos de descubrir, esto explica muchas cosas. – Dijo Jigsx emocionado.
– Ahora que lo dices, es cierto, tal vez podamos demostrarlo de alguna manera. ¡El mundo entero debe saber esto! – Dijo Zhalón.
– Primero digámoselo a Sagre. Si me disculpas tengo que marcharme a dar clases, hasta luego. – Dijo Jigsx.
– Me parece bien, ya se lo diré yo cuándo se despierte. ¡Hasta luego Jigsx, nos vemos en la comida!
Y Jigsx desapareció de la cocina. Tan pronto como se marchó, la zona de oscuridad se desvaneció. Al instante entro Sagre por la puerta.
– ¿Qué es eso que me tenéis que decir? – Preguntó Sagre.
Entonces Zhalón le explico todo lo que Jigsx le había dicho a él sobre la diferencia horaria y a que era debido, utilizando la misma manzana que usó el yrteda.
Mientras Jigsx ya había llegado a la academia. Por la mañana solía haber reunión de los profesores y del director, en dónde se trataban a veces temas sin importancia a veces temas relacionados con alumnos y otras veces con la academia y sus fondos. La reunión de hoy no trataba sobre nada importante, sencillamente servía para saludarse entre compañeros de trabajo y comentar alguna novedad personal.
Jigsx pensó en un principio que podía comunicar la teoría de que Domhan es una esfera, que gira sobre sí misma hacia la derecha y alrededor del sol y que las horas son diferentes en cada sitio porque el sol ilumina cada zona en tiempos diferentes. Sin embargo, eso planteaba un problema: nadie más podía comprobar que la hora es diferente dependiendo del sitio en el que se está, o probar si se puede dar la vuelta a Domhan.
Que supiera, nadie excepto él y la familia de Sagre eran capaces de teletransportarse a grandes distancias; ninguno de sus colegas maestros eran capaces de hacer un teletransporte a mil kilómetros de distancia sin correr el riesgo de morir consumido por el conjuro; lleva años producir un pergamino de teletransporte que contenga suficiente poder para llevar una persona a dieciocho mil kilómetros de distancia: el mundo no está preparado para verificarlo. Por otro lado, revelar este fenómeno puede indirectamente revelar la existencia de más personas como Sagre, personas que no quieren ser objeto de ninguna investigación y que no quieren saber nada de otras personas que no son custodios.
Además, plantear una Domhan esférica plantea otras preguntas que tienen que ser respondidas de una manera igual de lógica: ¿Por qué las cosas caen al suelo y no el sol, las lunas o las estrellas? ¿Cómo es que si Domhan da vueltas no nos caemos al suelo, o los edificios, debido a que el suelo en el que estamos se mueve? Jigsx no creía que el dariré tuviera que ver con ninguno de estos fenómenos, aunque él pudiera concebir un escudo defensivo hecho con magia, o una fuerza de succión que viniera del suelo: la explicación a todo esto tenía que ser más sencilla.
Así que decidió anotar la teoría en un pergamino, ilustrándola de manera comprensiva, y dejarla entre las páginas de un libro harto improbable de que cualquier maestro o alumno consultara en la biblioteca: Historia de la escuela de Magia Silvarina por Ichteón, Volumen 5, Capítulo 37 – Sobre el diseño y construcción del nuevo despacho del Director. Tituló el pergamino “La hipótesis Zhalón” pues, en justicia, fue él quien vio primero una Domhan esférica.
Y cuando devolvió el ejemplar a la biblioteca, lo hizo con la esperanza de que en el futuro alguien como él retomara la investigación, en un tiempo en que teletransportarse sea mucho más fácil.
Al yrteda le gustaba llegar algo temprano a clase, así tenía la oportunidad de conocer mejor a sus alumnos y saber cómo debía orientar las clases para que fuesen del nivel de todos; también le servía para ver quién necesitaba un refuerzo extra, puesto que aunque todos los estudiantes poseían un gran talento natural para la magia, el talento sin esfuerzo ni constancia no sirve de nada.
Jigsx llevaba tiempo queriendo hablar con un alumno konei, de la casa Rojoocelo, el cual siempre iba a clase con un archilaúd. Algunas veces había escuchado tocar al muchacho: su talento era asombroso, y su virtuosismo era pasmoso: en algunas ocasiones cambiaba tan rápido la posición de los dedos que no le daba tiempo al ojo de distinguirlo, sólo el oído era capaz de darse cuenta de la cantidad de notas que se estaban tocando.
Sin embargo, que un noble tocase un instrumento musical era extraño: alguno lo hacía como divertimento, pero era infrecuente. Mucho más raro es que un noble quisiera dedicarse a la música, dado que no encaja con los deberes propios de esa clase para con su familia. Aquello hacía que los compañeros de clase del muchacho lo considerasen una persona un poco casquivana.
Jigsx vio que el chico estaba aquel día sentado en primera fila, así que decidió ir hacia su mesa y sentarse frente al muchacho. Cuando lo hizo, sus alumnos, que ya estaban todos allí, se levantaron para saludarle, luego volvieron a sentarse y a parlotear entre ellos mientras esperaban que comenzase la clase.
– Dime muchacho, ¿Cómo te llamas? – Le preguntó Jigsx.
– Mi nombre es Ishofu – Contestó el konei, el cual era consciente de que Jigsx sabía perfectamente su nombre y de que lo que pretendía era iniciar una conversación.
– Ishofu, ¿Tiene nombre tu archilaúd? – Preguntó Jigsx.
– Sí – Respondío Ishofu – Yo le llamo Ibansó.
– Bonito nombre – Dijo el yrteda – ¿Hace mucho que Ibansó y tú estáis juntos?
– Desde que tengo memoria. – Contestó Ishofu.
– Ya veo, tengo entendido que de mayor quieres ser músico. – Dijo Jigsx.
– Sí, es mi sueño. La música me gusta mucho más que la magia. – Contestó Ishofu.
– Pero si la música es para plebeyos. – Contestó un panthera sentado al fondo de la clase.
– Eso, ni siquiera hay un gremio o escuela de músicos. – Dijo un humano sentado detrás de Ishofu.
Los nobles eran siempre muy respetuosos en sus discusiones. Desde bien pequeños los educaban así. El insulto estaba muy mal visto entre la alta sociedad, algo impropio de alguien de noble cuna. Ellos debían decirse las cosas con educación y respeto, siempre. Insultar a otro noble era muy indecoroso para el insultante.
– ¿De modo que creéis que la música es una pérdida de tiempo? – Pregunto Jigsx a toda la clase.
– Sí. – Contestó la gran mayoría de alumnos.
– Pues yo creo que no. – Dijo Ishofu.
– Yo creo que la música, al igual que la magia, es una forma de expresión – Dijo Jigsx – Al igual que el dariré brota de nuestra alma y se transforma en un conjuro, la creatividad brota del alma de los artistas y se transforma en algo maravilloso.
– Eso son tonterías, si los artistas hicieran eso no se les pagaría tan poco. No puede comparar usted la magia con el arte, profesor. – Dijo el alumno phantera.
– Veo que necesitáis de una demostración práctica. – Dijo Jigsx.
Entonces, recordó la canción que cantó Sagre en la boda, del efecto que provocó en la gente; pensó que si era capaz de provocar algún efecto en sus alumnos a través de alguna canción les convencería de que la música también tiene algo de magia. «¿Y por qué no con magia?» Pensó Jigsx: una idea se materializo en su mente.
Oscureció el aula, de manera que se crease una atmosfera recogida. Entonces se puso en pie, caminó hasta el centro de la tarima elevada desde la cual daba clase y alzó su mano derecha: al instante aparecieron de la nada, en el extremo izquierdo del aula, un grupo de tres fantasmas que parecían niños yrteda. Emitían una leve fosforescencia verde y cantaban, con voz hueca y eco ensordecedor, una canción de juego infantil.
Jigsx conocía esa canción, jugaba a saltar a cuerda con su hermano cuando era muy pequeño.
Jigsx alzó su mano izquierda: apareció otro grupo de tres fantasmas fosforescentes que cantaban, esta vez en el extremo opuesto de la clase. Continuó haciendo movimientos con sus manos, y aquí y allá aparecían nuevos tríos de fantasmas que se iban incorporando a la canción. Los alumnos estaban asustados, alguno reaccionaba dando un respingo al ver aparecer cerca de sí un trío fantasmal.La clase estaba cada vez más aterrada, temblando de miedo; algunos cerraban los ojos y se tapaban las orejas, intentando no ver ni escuchar a los fantasmas, pero era inútil: su canción atravesaba sus manos y llegaba igual a sus oídos. La fosforescencia de aquellos fantasmas hacía lo mismo con sus párpados, llegando hasta sus ojos: nada podían hacer por evitar ver, oír o mitigar el pavor que provocaban. Ishofu, lejos de sentir miedo, estaba fascinado.
Jigsx no estaba utilizando un conjuro de miedo: era la visión de los fantasmas junto a la canción que cantaban lo que provocaba el efecto de miedo. Era similar a cuando un músico, un poeta, un pigmentador, un actor, un danzante o un escultor, plasmaban lo que les decía su alma, en algo que la gente podía percibir y los llenaba de emociones. Con un nuevo movimiento Jigsx hizo que la luz volviera y todos los fantasmas desaparecieran. Entonces miró a Ishofu: sus ojos miraban al yrteda llenos de ilusión y brillo. El konei acababa de entender lo que el yrteda quería transmitirle, y sonrió de satisfacción.
– Bien, cuando dejen de sentir los efectos de la música empezaremos la clase – Dijo Jigsx – Si mal no recuerdo estábamos estudiando la teoría que se oculta tras los conjuros somníferos: como dije ayer…
Y Jigsx continuó su clase, bajo la atenta mirada de todos sus alumnos; en especial Ishofu, que no le quitaba ojo de encima. Cuando acabó la clase y todos los alumnos salieron, el konei fue a hablar con el yrteda.
– Ha sido fabuloso Don Jigsx, no sabía que se pudiera hacer eso. – Dijo Ishofu.
– ¿El qué? ¿Dar clase? – Preguntó Jigsx.
– No, me refiero a lo de los fantasmas. – Dijo Ishofu.
– Yo tampoco. – Contestó Jigsx.
– ¿Qué quiere decir Don Jigsx? – Preguntó confundido Ishofu.
– Pues que lo que hice antes de empezar la clase era la primera vez que lo realizaba – Dijo el yrteda – Sencillamente tuve la idea y la plasmé. Más o menos en eso consiste ser un artista, aunque se podría decir que en mi caso mi arte es la magia…
– Y que lo diga Don Jigsx, jamás he visto a nadie con tanto talento para la magia como usted. – Dijo el konei.
– Tengo entendido que tu tío es profesor en esta academia. Francamente, sus aptitudes no son nada mediocres. – Dijo Jigsx.
– Si, mi tío Kasai, es el piromante de mayor talento en la escuela. Pero usted ha podido convertir una idea en un poderoso conjuro, nadie puede hacer eso. – Dijo Ishofu.
– Gracias, supongo, aunque no creo que a tu tío Kasai le guste oír que tu profesor es mejor que él, que lleva toda la vida dedicándose a la magia.
– Descuide Don Jigsx, a él no se lo diré. – Contestó Ishofu.
– ¿Me permites que te de un consejo? – Preguntó Jigsx, con cortesía – Lucha por tu sueño. Si quieres ser músico, sé músico; pero no dejes de lado la magia, como pudiste ver antes son dos cosas que se complementan muy bien.
– Así lo haré Don Jigsx, seré el mejor mago y músico que jamás haya existido. – Dijo Ishofu con entusiasmo.
– Oh, una cosa más antes de que te marches – Dijo Jigsx – Si ves que el mundo necesita algo que carece, que nada te impida crearlo tú. Recuérdalo.
Y entonces Ishofu se marchó con aquellas palabras grabadas a fuego. Jigsx se quedó un rato pensando: aquel joven konei tenía mucho potencial.
Tuvo el presentimiento de que en un futuro haría grandes cosas, principalmente porque había sido capaz de resistir uno de sus conjuros: si bien lo había lanzado sin apenas fuerza, afectó de pleno al resto de la clase, lo cual decía mucho de Ishofu.