Sagre, capítulo 9

Sagre, capítulo 9

Sagre

Sagre

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Jigsx corrió calle abajo con el pergamino que contenía el testamento de Úlos cuando llego al salón de reuniones, donde se encontró con Rásoc.

 

Úlos me ha pedido que te de este testamento, dice que es muy urgente que lo recibas hoy. – Dijo el yrteda.

 

¿Te ha dicho por qué? – Pregunto Rásoc.

 

No. – Contestó Jigsx Sólo me ha dicho que era importante que lo tuvieras hoy.

 

 Iré a hablar con él, esto no me suena demasiado bien – Contestó Rásoc.

 

Yo esperaré aquí a Sagre y a Zhalón. – Dijo el yrteda – No deberían de tardar mucho.

 

Jigsx tomó asiento, al poco llegó Sagre.

 

Oh, hola Jigsx, vengo de hablar con el consejero Alec, quería hablar con vosotros de un asunto. ¿Has visto a Zhalón? – Preguntó el iridiano.

 

Hola Sagre. No, no lo he visto, ¿No estaba contigo? – Preguntó el yrteda.

 

Nos separamos poco después de que tú te fueras a hablar con Rásoc. Contestó SagreÉl se fue a hablar con Nivo  y yo decidí ir a ver a Alec. Por cierto, Alec es tan cretino como Jhala.

 

–  No hace falta que me lo digas, lo sé de buena tinta. El único consejero decente es Úlos  – Sentenció Jigsx. – Lástima que tenga que acabar así.

 

¿Y eso cómo lo sabes? ¿Has estado hablando con él? ¿Qué quieres decir con «acabar así «? – Preguntó Sagre.

 

Jigxs le contó a Sagre toda la conversación que tuvo con Úlos en su mansión. El iridiano sintió algo de pena por el consejero, pensó en detener a Alec, Nivo y Jhala, pero Jigsx le convenció para que no hiciera nada. Sagre entendió que la última voluntad del consejero Úlos era morir dejando un mensaje, haciendo que su muerte sirviera de lección a los demás Garraespina: quería sacrificarse para lograr un bien para su casa. Claramente el consejero Úlos  se merecía su puesto y su título: tenía la sabiduría necesaria y el coraje de sacrificarse por los demás. Sagre sintió un gran respeto y admiración por él.

 

Las horas pasaron y no se supo nada de Zhalón. Sagre y Jigsx decidieron ir a buscarlo a la mansión del consejero Nivo, donde dijo Zhalón que iba a estar. Al llegar a la puerta y preguntaron por él el guardia dijo que no había estado por allí y que el consejero tampoco estaba en casa y que no podía recibir a nadie. Todo esto lo dijo con la lanza fuertemente apretada, como si esperase una excusa para usarla. Sagre y Jigsx decidieron ir a preguntar por Zhalón en la ciudad. Se les hizo de noche preguntando por todas partes, sin éxito. Volvieron al salón de reuniones por si el joven humano había vuelto allí.

Al llegar solo vieron a Rásoc.

 

Es tarde, será mejor que vayáis a casa para dormir. – Dijo Rásoc.

 

Zhalón ha desaparecido, ¿Lo has visto hoy? – Preguntó Sagre.

 

Vaya, no lo he visto, pero tal vez esté en casa, ¿Habéis mirado allí?  – Dijo el gekjo.

 

Buena idea – Dijo Sagre¡Vamos Jigsx!

 

Y ambos se dirigieron hacia la casa de Rásoc, donde este les dejó quedarse durante el tiempo que hiciese falta a los tres. Al llegar se dirigieron hacia el dormitorio de tres camas en el que dormían Sagre, Zhalón y Jigsx, pero no había ni rastro del humano.

 

Tengo que salir a buscarlo, ha debido de pasarle algo. – Dijo Sagre.

 

Espera un momento, iré contigo, pero antes necesito un abrazo, estoy preocupado por él. – Dijo Jigsx.

 

Sagre abrazó a Jigsx y tan pronto como lo hizo cayó víctima de un conjuro de sueño que Jigsx había lanzado de forma disimulada aprovechando que alzó los brazos para abrazar al iridiano.

Después dejó a Sagre en su cama. Se sorprendió de lo ligero que era su cuerpo con respecto a su tamaño y constitución. Luego le tapó con las sábanas.

 

Lo siento mucho – Pensó Jigsx para sus adentros – Estoy tan preocupado por Zhalón como tú. Pero pasarnos la noche en vela buscándolo, teniendo en cuenta lo que va a suceder ahí fuera, no servirá de ayuda para él ni para nosotros. Mejor descansa, mañana buscaremos. Si solamente hubiera un conjuro para poder saber si sigue vivo…

 

Entonces Jigsx se metió en su propia cama, se tapo y procuró dejar la mente en blanco y dormir. Pero no podía, la idea de que Zhalón estaba en peligro lo atormentaba; también el hecho de que no conociera la existencia de ningún conjuro para ver si alguien estaba bien. Como cuando se lanzan piedrecitas a la ventana de alguien para hablar discretamente; o como cuando de pequeño, en casa de sus padres, daba golpecitos en la pared que daba al cuarto de su hermano para saber si este seguía despierto. Si lo estaba respondía con los mismos golpecitos en la pared, y podían pasarse horas en mitad de la noche jugando uno a repetir el ritmo que marcaba otro. Claro que también había veces en que no había respuesta, entonces Jigsx, entendía que su hermano estaba dormido ya o no quería jugar. Tal vez se podría crear un conjuro similar, una especie de telepatía, pero que permitiese al receptor del conjuro contestar o no, incluso contestar que estaba ahí pero no quería hablar, tal y como en alguna ocasión había hecho su hermano a través de la pared. Lo importante es que hubiese la respuesta que hubiese, habría comunicación. Jigsx miró por la ventana al cielo para ver las estrellas: por su posición puedo deducir que llevaba unas cuatro horas dándole vueltas a la cabeza. Estaba agotado, pero no conseguía dormirse. Al final optó por lanzarse el mismo conjuro de sueño que había usado con Sagre. Al instante se quedó profundamente dormido.

 

El iridiano se despertó confuso, no recordaba haberse ido a dormir. Lo único que recordaba era ir a abrazar a su amigo Jigsx  y luego sentirse raro. Cayó al instante de que Jigsx debió lanzarle un conjuro a traición. El yrteda estaba durmiendo en su cama, y justo en medio de ellos seguía la cama vacía de Zhalón. De repente alguien llamó a la puerta de la habitación. Sagre se levantó a abrirla.

 

Disculpen señor – Dijo el mayordomo – Han sido ustedes convocados de urgencia al salón de reuniones.

 

¿Ha ocurrido algo? – Preguntó Sagre.

 

Por lo visto Úlos fue atacado anoche y lamentablemente ha fallecido. – Dijo el mayordomo.

 

Estás tardando mucho – Gritó una voz de mujer desde el pasillo – Que entren ya los guardias y se los lleven a rastras si hace falta, son unos criminales.

 

Cálmate Jhala  Sagre reconoció la voz de Rásoc Aún no sabemos si fueron ellos.

 

Por supuesto que fueron ellos – Dijo la consejera Jhala, que ya llegó a la puerta y se dejó ver detrás del mayordomo  – Yo los vi con mis propios ojos.

 

¿ Y se puede saber cómo nos viste exactamente y dónde si pasamos la noche durmiendo aquí? – Preguntó Sagre.

 

Eso lo aclararemos más tarde – Dijo RásocAhora vais a tener que venir con nosotros, prefiero que lo hagáis por las buenas.

 

Sagre recordó lo que Jigsx le dijo la noche anterior sobre la trampa de los consejeros, y cómo Úlos había tomado medidas para devolvérsela. Decidió colaborar y no resistirse a acompañarles.

 

Deberíamos atarlos y amordazarlos – Dijo la consejera Jhala No sea que pretendan escaparse o empezar a soltar mentiras.

 

No es necesario – Dijo RásocEstoy seguro de que sabrán comportarse.

 

La consejero hizo un gesto de enfado y refunfuño, pero no dijo nada más. Jigsx fue entonces despertado, sin muchas explicaciones fue conducido hasta el salón de reuniones acompañado por el resto de personas que fueron a buscarles a casa. Una vez llegaron allí vieron que estaba prácticamente toda la casa Garraespina.

 

Bien, creo que no necesitamos daros mucha información – Dijo Alec Como todos bien sabéis, estos dos niños son espías humanos. Anoche dejaron entrar a humanos armados en la casa de Úlos, provocando su muerte. Por desgracia esos asesinos no fueron vistos y ahora siguen mezclados entre la muchedumbre de las calles de Darlasari, pero por suerte sabemos que ellos fueron los responsables. Por tanto yo les condeno a la muerte.

 

Yo no sabía nada de eso. – Dijo uno de los presentes.

 

Yo tampoco, es más, no creo que ellos hicieran nada de eso. – Dijo otra persona.

 

¿Dudas de la palabra de un consejero? – Preguntó Jhala haciéndose la ofendida.

 

No se puede condenar a nadie sin un juicio, lo dice la ley. – Dijo otro asistente.

 

Acabo de hacerle el juicio, ya he dictado sentencia. – Dijo el consejero Alec.

 

¡Silencio! – Grito RásocMe temo que sólo hay una solución a esto: leamos el testamento de Úlos, tal vez nos aclare algo.

 

No veo qué relevancia puede tener ese testamento en esto – Dijo Alec.

 

No nos hagas perder el tiempo con tonterías – Dijo JhalaEstá claro que la muerte de Úlos debe ser castigada de inmediato.

 

No perdemos nada por leerlo, serán sólo unos minutos. Propongo una cosa: los que estén a favor de leer el testamento que levanten la mano. – Dijo Rásoc.

 

Prácticamente todos los presentes levantaron la mano, salvo los consejeros y algunas personas más. Ante tal mayoría, los consejeros dejaron hacer a Rásoc. Cogió el pergamino que Jigsx le había hecho llegar, el cual tenía guardado Rásoc en un bolsillo interior de su ropa para que estuviera consigo en todo momento. Al abrirlo empezó a salir una luz de él, hasta que se formó la figura de Úlos, semitransparente. Ésta empezó a hablar.

 

–  Yo, Úlos, en pleno dominio de mis capacidades mentales y sin ningún cuchillo que amenace mi garganta, lego toda mi fortuna, así como mi mansión en Ispedia capital de Sioca, junto con mi voto y mi título de consejero, a Don Jigsx Garraespina. Y ordeno que se haga efectivo inmediatamente después de que este testamento sea visto.

 

¡No, este testamento es falso! – Gritó la consejera Jhala¡Lo impugno! Lo impugno! Lo impugno!

 

Por supuesto que quieres impugnarlo, Jhala, puesto que lo que voy a decir a continuación no te interesa que se sepa ¿verdad? – Dijo a continuación la imagen de Úlos.

 

No puede ser, ¿Dónde está él? ¿Cómo puede…? – Dijo el consejero Nivo.

 

 – Nivo… sucio asesino de niños, ¿Te tembló mucho la voz cuando ordenaste que uno de tus guardias matase a Zhalón?  – Dijo la imagen interrumpiendo al consejero – Por supuesto que no. Viniste a este mundo como una sucia rata y lo abandonarás de la misma manera. Ahora muere, tu papel ha terminado.

 

En ese momento pasaron dos cosas. Primero, la vida de Nivo llegó a su fin: sus ojos quedaron blancos y su cuerpo inerte se precipitó contra el suelo. Se oyó un golpe seco amortiguado por la alfombra del salón.

 

Lo segundo, es que Sagre se parpadeo hacía la mansión de Nivo. Antes que el cadáver del consejero tocase el suelo, el iridiano ya estaba en ella. Nadie se dio cuenta de que se fue.

 

Sagre dio un puñetazo al guardia con tanta fuerza que hizo reventar su cabeza. Trozos indiferenciables de piel, carne, sesos y hueso volaron por los aires en una explosión rojiza. El iridiano resucitó al guardia para interrogarlo. Una vez su cabeza fue recompuesta el guardia recordaba aterrorizado el dolor; cosa que percibió Sagre con la Empatía y lo complació. Así que decidió propinarle seguidas y repetidas palizas, resucitándolo tantas veces como hiciera falta, hasta que tuviera una confesión y un lugar donde encontrar a Zhalón.  Entre pregunta y pregunta desahogó su rabia en el cuerpo, a veces muerto, del guardia; oyó crujir sus huesos, desgarrarse su carne, partirse sus arterías. Sus gritos de dolor y agonía reconfortaban su espíritu y poco a poco convertían su ira en dolor, dolor por la pérdida de Zhalón , a quien ya no podía resucitar pues había pasado demasiado tiempo. Finalmente consiguió una confesión y el lugar donde arrojó el cadáver de Zhalón. Dado que el guardia sólo había seguido las órdenes de Nivo, decidió dejarlo con vida, hecho un ovillo en el suelo temblando y llorando de miedo.

 

Mientras tanto, la imagen de Úlos siguió hablando.

 

No os sorprendáis tanto: si miráis en el cuerpo del ex consejero, justo encima del ombligo, veréis una marca que automáticamente asimilaréis a mi anagrama personal, lo que demuestra que anoche entraron en mi casa, me atacaron y me mataron….  Bueno, me dejé matar. Esa marca que puse a los tres es el efecto de un ataque que les hice. Por suerte estudié medicina y aprendí a dejar marcas que aparecen mucho después de recibir el golpe. Jhala  y Alec también las tienen. – Dijo la imagen.

 

Eso son mentiras, acusaciones falsas. – Dijo Jhala.

 

Falacias, sucias y retorcidas falacias. – Dijo Alec.

 

Por mucho que lo neguéis todo lo que pasó anoche en mi casa fue grabado, de la misma manera que este testamento. – Dijo la imagen de Úlos.

 

Entonces la imagen de Úlos se convirtió en una vista cenital del salón de la mansión del consejero, donde se encontraban los cuatro consejeros cenando. Después de la cena Nivo se levantó e intentó propinar un puñetazo a Úlos, el cual lo esquivó con gracia y propinó una patada al consejero en el estómago que lo mandó contra la pared, impactó de cabeza con ella y quedó inconsciente en el suelo. Los otros dos consejeros se abalanzaron sobre Úlos el cual también esquivó con gracia los ataques. Se quedó un momento quieto, mirando a Jhala y a Alec, los cuales jadeaban pesadamente. Enseguida volvieron a atacar a Úlos, que esta vez no se movió ni un ápice, dejando que los dos consejeros le propinasen golpes hasta acabar con su vida. Luego cuando Nivo recobró la conciencia, ayudó a Alec a llevar el cuerpo sin vida de Úlos, mientras Jhala daba órdenes de arrojarlo a cualquier ciénaga. Entonces empezaron a discutir cual sería el mejor lugar para tirarlo, para que fuera lo más humillante posible. Pensaron incluso en injuriarlo con algún bochornoso asunto. Pero no se pusieron de acuerdo y lo dejaron en su propio salón.

 

Suerte que se me ocurrió darles el día libre a todos mis sirvientes y protectores, así no resultarían una molestia para los consejeros. Para los que os estéis preguntando cómo es posible que haya podido matar a Nivo estando yo muerto la respuesta es simple: no lo he hecho. Anoche, nada más entraron en mi casa les lancé a los tres el conjuro de Sentencia Póstuma: para el que no sepa de magia simplemente diré que este conjuro hace que los asesinos del lanzador mueran también. – Dijo la imagen de Úlos.

 

Entonces los dos consejeros que quedaban vivos intentaron salir de la habitación, disimuladamente.

 

Detenedles, que no escapen. – Dijo la imagen de Úlos.

 

Maldición, ¿Cómo lo habrá sabido? Pero si está muerto. – Dijo Alec.

 

Tal vez no lo está, debimos pegarle más fuerte. – Dijo Jhala.

 

Oh, tranquilos, sí estoy muerto, no sufrías por eso. Respecto al tema de vuestro intento: no es que tema que huyáis: no llegaríais muy lejos, vuestra muerte es inminente e inevitable. Lo único que quiero es que veáis mi testamento hasta el final. Que vuestra muerte sirva de lección a los demás. Vuestras torpes e ineptas acciones han estado a punto de provocar que el rey Alarán  expulsase a toda la casa Garraespina de la corte. Por suerte lo convencí de que no lo hiciera. ¿Pero qué os pensabais? ¿Que un acto de traición iba a ser pasado por alto? ¿De verdad vuestra ambición de poder y dinero era tan desmesurada que no os permitían ver las tremendas lagunas de vuestro plan? ¿Cómo iban unos niños a darme muerte, a mi? Ni siquiera vosotros tres juntos representabais una amenaza. Me dejé ganar, asumidlo. Sabía que estabais algo desentrenados, pero el golpe que le di a Nivo  y lo dejó inconsciente fue suficiente para entender que debía contenerme muchísimo más de lo que ya estaba haciendo.

Así que en verdad os pido a los restantes Garraespina, jamás pongáis vuestras prioridades por encima de las de la casa, no vayáis en contra de ella; tened éxito en vuestras empresas, esto hará mucho bien a la casa. Pero jamás la ataquéis, no derraméis vuestra propia sangre, no robéis de vuestros propios bolsillos, no difaméis a vuestros hermanos; que todo lo que se os oiga decir de ellos sean cosas buenas. Tratad vuestros problemas en privado, que los asuntos que solo atañen a los Garraespina se queden dentro de nuestra casa.

Hablando de nuestra casa, tengo que daros una mala noticia: dentro de poco el rey humano Elan llevará mucho más allá las directrices de su guerra y prohibirá a todo ser no humano vivir en Belmonte. Es por ello que os insto a iros a Sioca, donde el rey Alarán acogerá a todos aquellos que no tengáis casa allí. Debéis iros de forma que no resulte sospechoso, dejando atrás todo lo prescindible. Eso incluye vuestras casas, posesiones pesadas y vuestros negocios: de todas formas Elan va a quedarse con todo. Para ello el Rey Alarán  ha preparado una estratagema: a la boda de su hija invitará a todos los nobles, incluidos los humanos. Debéis aprovechar esa ocasión para ir a Ispedia, donde se celebrará la boda; y quedaros por tiempo indefinido.

Sé que algunos no me creeréis. Todo lo que puedo hacer es avisaros, igual que he avisado a las otras cosas nobles gekjo y a algunas otras con las que tengo relación. Sí viéseis lo que yo he visto no tardaríais en querer marcharos de Darlasari: todo ese horror, sufrimiento innecesario y barbarie. La locura que afecta al Rey Elan  ya no conoce límites. Su guerra ya no persigue ningún propósito, es él contra el resto del mundo. Cualquiera que se atreva a decir algo que no le guste será ejecutado, incluso los humanos. Morirán miles de personas, y espero que vosotros corráis otra suerte.

Sin más que añadir me despido de vosotros, para mí fue un honor y un verdadero placer ser el único consejero válido de los que fuimos escogidos aquel día. Larga vida a los Garraespina. – Dijo la imagen de Úlos antes de desvanecerse.

 

Sagre encontró el cadáver de Zhalón cerca del salón de reuniones. Lo habían tirado a las alcantarillas. El Iridiano se parpadeó allí abajo directamente desde la puerta de la mansión de Nivo, cogió el cadáver en brazos y lloró desgarradamente, empapado en el agua de la cloaca, oyendo el eco de sus llantos, en una oscuridad casi total.

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