Megrez, capítulo 13

Megrez, capítulo 13.

Megrez

Megrez

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Era de madrugada y Megrez no podía dormir. Pensaba en Viento, Marea y Tempestad. Sentía mucha curiosidad por los dragones. Aquellos seres le habían resultado extremadamente curiosos. Pese a ser custodios su Alus era débil; incluso Chalaralahc  poseía un mayor Alus, aunque el suyo era diferente, no sabría explicarlo. Aquello le hizo plantearse qué era realmente el poder y si era tan fácil de cuantificar. Si bien el Alus era la fuerza con que el Saolstirgh emanaba de un custodio, en el caso del falso konei parecía emanar de forma fuerte pero algo distinta, o al menos así lo percibía él.

Si se le pudiese atribuir una forma a la energía emanada, la de Chalaralahc salía de su cuerpo con una forma cuadrada, mientras que la de los custodios salía en forma redonda.

Esas redondas podían ser más grandes o más pequeñas, de un color u otro. Los dragones también emanaban Saolstirgh en forma circular, pero cada uno de un color distinto, salvo Tempestad cuyo color era igual al de todos los iridianos. Por supuesto esto era más complicado, pero las débiles habilidades de percepción de Megrez  no le permitían profundizar mucho más.

Siguió dando vueltas en la cama, sin poder dormirse, hasta que se parpadeó junto a Heasse la cual dormía plácidamente.

Tenemos que volver a ver a los dragones. – Dijo Megrez.

Mmmmmmm. – Balbuceó Heasse.

Despierta – Dijo Megrez zarandeándola.

Ni siquiera ha salido el sol, déjame dormir. – Contestó Heasse.

Pero si nos vamos ahora estaremos más rato con ellos. – Contestó Megrez

 

 – ¿Has pensado que ellos también duermen?  – Dijo Heasse.

Es verdad, no lo he pensado. Bueno, podemos despertarles. – Contestó Megrez.

Anda, métete en la cama y duerme. Cuando amanezca, y después de desayunar, iremos. – Contestó Heasse.

¿Duermo contigo? – Preguntó Megrez, entre extrañado y sorprendido.

O te vas a tu casa, pero si no quieres dormir, déjame dormir a mí. – Contestó Heasse.

Puedo meterme en la cama contigo e intentar dormir. – Contestó Megrez.

Megrez se metió en la cama con Heasse, que ya había vuelto a dormirse. El joven olió su sedoso cabello: le encantaba la fragancia que desprendía. La abrazó delicadamente por detrás, hundió la cara en su melena y se quedó dormido con su dulce aroma.

Yans se despertó al notar la ausencia de Megrez, y no tardó mucho en percibir su presencia en casa de los padres de Heasse. No sabía qué hacía allí, pero por lo que pudiera ser decidió no averiguarlo y volvió a dormirse.

Finalmente llegó el amanecer. Heasse fue la primera en despertarse: salió con cuidado de la cama, para no despertar a Megrez, se metió en la bañera desnuda y nadó mientras se lavaba.

Yans apareció en el dormitorio de Heasse, saltó a la cama sin hacer ni ruido ni provocar movimiento en ella. Miró a Megrez  que dormía, cuando este abrazó al lobo aún dormido, olió su pelo y siguió durmiendo. Yans intentó escurrirse, pero cada vez que se movía Megrez le aferraba con más fuerza. Finalmente se resignó a esperar hasta que se despertara: a fin de cuentas no se sentía tan mal, de hecho se sentía muy a gusto. Sonrió y se acurrucó en sus brazos, con los ojos cerrados. Al poco rato los abrió para descubrir que Sádar se apareció ante él y lo estaba mirando con cara de pocos amigos, fijamente, como si esperara que Yans pidiera perdón por su comportamiento. Heasse salió de la bañera, volvió a su cuarto y se encontró la escena.

Oooooh, míralos que monos ellos. – Dijo Heasse que no podía ver la cara de Sádar al estar de espaldas a la iridiana.

Disculpa a Yans por colarse en tu cuarto y meterse en tu cama. – Dijo Sádar.

Tranquila, no tiene importancia. – Contestó Heasse.

– ¡Sí la tiene! Su comportamiento es altamente irregular. – Dijo la loba.

Bueno, de verdad que no tiene importancia. – Contestó la iridiana.

Megrez se despertó: al notar que estaba abrazado a Yans lo soltó del susto, incorporándose de un salto y quedando sentado en la cama con las sábanas sobre el regazo. Heasse se acercó a él y le acarició la cabeza mientras sonreía, aún desnuda. Megrez notó calor que le subía a sus mejillas mientras se apresuró a tapar el bulto que empezaba a asomar entre las sábanas, deseando que nadie hubiera visto nada.

Justo en ese momento entró el padre de Heasse a la habitación.

¿Qué es todo esto? – Pregunto algo enfadado al ver a todos los que estaban en la habitación.

Megrez vino de madrugada a mi cuarto y se quedó dormido en mi cama. Por la mañana vinieron Yans y Sádar a buscarle.

¿Qué te hace pensar que eso que me acabas de decir va a quitarme el enfado?  – Contestó el padre de Heasse.

No estábamos haciendo nada malo. – Contestó Heasse.

No es de ti de quien no me fio. Ese chico, Megrez, podía haber intentado aprovecharse de ti mientras dormías. – Contestó el padre de Heasse.

Venga papá, que le saco cinco años y le puedo. – Contestó Heasse.

Ya, eso dices ahora, pero luego con dos palabras bonitas le abres tu corazón y todo lo que quiera que le abras. – Dijo el padre de Heasse.

¿Qué estás insinuando? – Dijo Heasse enfadada – ¿Que soy una chica fácil?

 

Todas lo sois. – Dijo el padre de Heasse.

En ese mismo momento la madre de Heasse, que había subido para ver a qué venía tanto alboroto, propinó a su marido un guantazo en la cara con tanta fuerza que hizo que cayera al suelo.

– ¡A ver quién es fácil ahora! Entiendo que estés preocupado por tu hija – Dijo la madre de Heasse Pero esas no son cosas de decir a ninguna mujer. Y espero que te quede clara una cosa: por mucho que tú le digas o hagas va a hacer lo que quiera, no podemos controlarla todo el tiempo.

 

Claro que podemos, me puedo pegar a ella como una lapa. – Contestó el padre de Heasse mientras se ponía de pie.

Hasta que te des la vuelta, y entonces encontrará la manera de hacer lo que quiera. Asúmelo, tienes que dejarla crecer y que cometa sus propios errores. – Contestó la madre de Heasse.

Pero es mi niñita del alma, no quiero que le pase nada malo. – Dijo el padre de Heasse.

– ¡Pues claro que no! Es normal, eres su padre; por eso mismo debes dejarle hacer. Sabe cuidar de ella misma, y sabe que nos tendrá si nos necesita. – Contestó la madre de Heasse.

Pero… – Dijo el padre de Heasse.

– ¡Ni peros, ni peras! – Dijo la madre de Heasse interrumpiendo al padre – Heasse, vuestro desayuno está listo, bajad al comedor a desayunar todos, que yo sigo hablando con tu padre.

 

Vale mamá. – Contestó Heasse.

Y los dos iridianos y los dos lobos bajaron las escalera. Megrez preguntó si no desayunaban en la cocina, Heasse le contestó que en su casa lo hacían en el comedor. Cuando desayunaron se parpadearon en El Islote del Dragón. Allí estaban Viento, Marea y Tempestad, sentados en la arena, junto a una fogata.

Mira, es un dragón espinoso de mandíbula ancha. – Dijo Sádar refiriéndose a Tempestad.

Sí, y mira, la dragona, es una dragona de cripsis marina. – Dijo Yans refiriéndose a MareaY el otro es un dragón emplumado de escamas triples, me pregunto qué hacen juntos los tres.

 

¿Cómo sabéis todo eso solo con verlos? – Preguntó Megrez.

Porque nosotros vemos las cosas en todas sus formas – Contestó Sádar Ahora mismo vemos a los dragones en su forma de dragón y en su forma humana a la vez.

¿Podéis ver las dos formas a la vez? Eso es un poco raro. – Dijo Heasse.

Es parecido a la intra-visión – Dijo Yans Sólo que algo más complicado.

 

– ¡Espera! ¿Eso significa que pudiste ver la verdadera forma de aquel falso konei con el que nos encontramos en Madrái? – Preguntó Heasse.

 

– No, no pude. Normalmente puedo ver a través de un cambio de apariencia mágico, pero cuando intenté ver a través de aquel Amcítaro se emborronaba la visión. Creo que la Voluntad de Miices era fuerte en él.

 

– ¿La Voluntad de Miices?

 

– Sí. Cuando ella encomienda directamente una misión a alguien, se asegura de que nada ni nadie se interponga en su camino. Seguramente este Chalaralahc tenía la orden explícita de ocultar su apariencia, aunque no sé por qué. Las decisiones de Miices se suelen entender sólo al final, cuando todo ha pasado… Pero esto no viene al caso. ¿Sabéis por qué están estos dragones aquí?

 

 – Ah, sí. A este lugar es donde vienen los dragones a tener crías, durante una temporada se juntan todos en comunidad. Estos tres salieron del huevo tarde, sus padres y el resto de dragones ya se marcharon para entonces. Llevan solos más de una década. – Contestó Heasse.

¿Habéis hablado con ellos? – Preguntó Sádar.

Sí, ayer. Estuvimos un rato charlando con ellos, son simpáticos, sobre todo Tempestad.

 

 ¿Sabéis sus nombres entonces? – Pregunto Yans.

Megrez se los puso. – Contestó Heasse.

Sí, me fije en que poderes tenían y les puse un nombre en base a ello – dijo MegrezTempestad  lanza rayos, Viento sabe volar, y Marea nada muy deprisa y apenas puedes verla cuando nada.

 

Ahora que lo pienso, me parece un poco raro que sepan hablar habiéndose criado solos. Megrez tuvo que explicarles algunos conceptos muy básicos, eso sí, pero nos pudimos entender con ellos sin problemas. – Dijo Heasse.

Eso es porque todos los custodios tenemos un idioma con el que nacemos, independientemente del lugar o de qué padres nacemos. Es un idioma muy básico, pero permite comunicarse con cualquier otro custodio. – Contestó Sádar.

Entonces es por eso que Marea y el resto de dragones pueden hablar con nosotros. – Dijo Heasse.

– Contestó Yans ¿Saben estos dragones que lo son?

 

Supongo, pueden adoptar su forma de dragón además de la humana. – Contestó Heasse.

Eso no quiere decir que lo sepan, vamos a hablar con ellos. – Contestó Yans.

Cuando Megrez, Heasse, Yans y Sádar se acercaron a los dragones estos se pusieron en pie.

Veo que habéis vuelto, me alegro de veros, ¿Quién os acompaña? – Dijo Marea.

Estos son Yans y Sádar. Son amigos nuestros. – Dijo Megrez.

Hola, Heasse y Megrez nos han hablado de vosotros. – Dijo Yans adoptando su forma humana, Sádar hizo lo mismo.

Nosotros también podemos adoptar otra forma. – Dijo Viento.

De eso queríamos hablamos – Dijo Heasse ¿Sabéis que sois dragones verdad?

 

¿Dragones? No, no lo sabíamos. – Dijo Tempestad.

Pues tú, eres un dragón espinoso de mandíbula ancha. – Dijo Yans mirando a Tempestad.

¿Y eso que quiere decir? – Pregunto Marea.

Quiere decir que es un dragón con una piel muy dura y un mordisco extremadamente doloroso. – Contestó Yans.

¿Y yo que soy? – Preguntó Viento.

Eres un dragón emplumado de escamas triples. – Contestó Sádar.

Lo de las plumas lo he notado, pero ¿Qué es eso de las escamas triples? – Preguntó Marea.

Es por la forma de sus escamas – Respondió Yans Sus escamas tienen forma circular, excepto en un extremo que tienen tres pinchos, el pincho central es recto, los de los extremos son curvos.

 

Entiendo, tiene sentido, ¿Y yo que soy? – Preguntó Marea.

Eres una dragona de cripsis marina, esto te hace invisible en el agua. Además de que tu cuerpo está especialmente diseñado para vivir en el agua, el color de tus escamas, que cambia en algunas condiciones, te otorga esta invisibilidad. – Contestó Yans.

¿Hay más tipos de dragones? – Preguntó Tempestad.

Pues sí, bastantes. – Contestó YansExisten dragones de cola de flecha, dragones de hueso hueco, dragones de crin, dragones serpiente, dragones de cristal, dragones de alas invertidas, dragones de vientre plano, dragones quimera, dragones peludos, dragones de seis patas, dragones ciempiés, dragones astados, dragones sin cola, dragones de colmillo largo, dragones de dos patas, dragones de múltiples cabezas, dragones fantasma, dragones de pinzas…

 

Caray, sí que hay tipos distintos de dragones. – Dijo Heasse.

Y me dejo algunos seguramente. Hay una infinidad de especies de dragones. Incluso hay hibridaciones: por ejemplo, Tempestad es un cruce entre un dragón espinoso y un dragón de mandíbula ancha. – Contestó Yans.

¿Eso quiere decir que mis padres eran dos tipos de dragones distintos? – Preguntó Tempestad.

No, tu especie lleva mucho tiempo existiendo. No eres el único, tus padres debían ser igual que tú. – Contestó Sádar.

¿Entonces hay más dragones como nosotros en algún lado? – Preguntó Marea.

Claro que si, muchísimos. Seguramente vuestros padres sigan por ahí, en algún lugar. – Contestó Yans.

¿Nuestros padres? – Pregunto Viento ¿Siguen vivos?

 

No puedo asegurarlo con totalidad, pero es lo más probable. Son custodios, no es fácil acabar con nosotros. – Contestó Yans.

Entonces vayamos ahora mismo a buscarles, estarán preocupados por nosotros. – Dijo Viento.

No os lo recomiendo – Dijo Sádar Este mundo es muy grande y vosotros muy jóvenes, además de que hay muchos peligros ahí fuera. Estáis mucho más seguro aquí.

 

Pero yo quiero conocer a mis padres y estar con otros de mi especie. – Dijo Viento.

Vosotros solos no sobreviviríais ahí fuera. – Dijo Yans.

– ¡Eso no lo sabes! No sabes si somos fuertes o no, tal vez somos más capaces de lo que crees. – Dijo Viento.

De acuerdo, muéstrame tu fuerza, levanta la roca más grande que puedas. – Dijo Yans.

Viento se dirigió hacia una gran roca en la playa, la agarró con ambas manos, utilizó toda su fuerza para levantar la pesada roca. La sostuvo unos segundos sobre su cabeza y luego la lanzó tan lejos como pudo. Retó a Yans para que intentara superarlo. Sin ningún esfuerzo Yans cogió una roca mucho mayor y la lanzó con una sola mano, tan lejos que se perdió en el horizonte y no se la vio ni escuchó caer al agua. Viento, cabreado, se transformó en dragón y puso todo su empezó en intentar levantar un roca más grande que la que había lanzado Yans.

No afectará que te transformes en dragón! – Dijo YansTu fuerza es siempre la misma, independientemente de la forma que adoptes.

Tras varios intentos infructuosos se dio por vencido, adoptó forma humana y se marchó en dirección a la cueva donde dormían los tres dragones. Marea intentó ir tras él, pero Tempestad se lo impidió: Viento necesitaba estar solo.

Sin embargo la soledad de Viento no iba a durar mucho: no tardó en llegar una persona a la isla, un hombre, el cual, sin mediar palabra, propinó un fuerte puñetazo a Viento que lo dejó sin sentido. El hombre cargó con el inconsciente dragón a sus espaldas y caminó en dirección a donde se encontraban el resto de personas. En cuanto llegó allí gritó:

¡Sólo quiero a la chica! ¡Entregádmela y nadie resultara herido! – Dijo aquel hombre.

– ¡Viento! – Grito Tempestad ¿Qué le has hecho?

 

Es mi rehén, ¡Entregadme a la chica, no lo repito más!

 

Antes de que nadie pudiera actuar Yans se había colocado detrás del hombre. Con una mano agarró su garganta, con la otra su coronilla. Sostuvo al hombre de esta manera en el aire, como quien sostiene una botella para destaparla.

¿Verdad que no nos haremos… daño? – Dijo Yans con tono frío y burlón.

No, no tranquilo, suéltame, me iré enseguida. – Dijo el hombre con un hilo de voz, apenas sin poder respirar.

No solo te irás, sino que no volverás jamás por aquí. Si lo haces, te mataré, ¿Te ha quedado lo bastante claro, o necesitas un recordatorio para que no se te olvide? – Dijo Yans manteniendo la frialdad.

El hombre desapareció de la escena, liberado del agarre de Yans. Viento no tardó demasiado en recobrar el sentido.

¿Qué ha pasado? – Preguntó Viento.

Contra esa clase de peligros es de lo que intentábamos avisaros. – Dijo Sádar.

¿Quién era ese hombre? – Preguntó Megrez.

Era un Amcítaro, de agua, juraría que de la diosa Noires – Dijo YansUna de las formas que tienen los Amcítaros de conseguir poder rápido es matando a otros Amcítaros y Custodios débiles, y absorbiendo su Saolstirgh. De esa manera se obtiene el poder la persona a la que matan, pero no sólo el actual: con entrenamiento mejoran esos otros poderes tanto como los suyos propios, tal y como lo haría la persona a la que se lo arrebatan. Marea debía ser su objetivo principal, su muerte hubiera complacido a Noires y le hubiera granjeado favores de esa diosa, además del Saolstirgh recolectado. También hubiera matado a los otros dos dragones: poder es poder

 

¿Y qué pasa con la persona a la que matan? ¿Pierde sus poderes para siempre? – Preguntó Megrez.

No sólo eso. Pierde la vida para siempre, deja de existir. Es la única manera de matar a uno de los nuestros. – Dijo Yans.

Eso es horrible. – Contestó Heasse.

Lo es, por eso estos dragones deben quedarse aquí hasta que sepan defenderse solos. Es el lugar más seguro para ellos, dudo que ese hombre vuelva. – Contestó Sádar.

¿Y si vienen otros? – Preguntó Megrez.

No lo harán, pienso impedir que los dragones puedan ser detectados y rastreados hasta este lugar. Sólo nosotros sabremos que existe de ahora en adelante. – Contestó Yans.

 

¿Cómo vas a hacerlo? – Preguntó Heasse.

Utilizaré un Alón para ocultar el rastro de Saolstirgh de los dragones. Nadie más podrá encontrarlos. – Contestó Yans.

Los dragones no supieron muy bien qué había pasado, ni parecían ser plenamente conscientes de lo peligroso que podía haber resultado aquel hombre. Llegó la tarde y con ella la hora de volver a casa. Una vez en Irdresma Megrez parecía pensativo.

¿Te sucede algo, Megrez? Hace rato que no dices nada. – Le preguntó Heasse.

Es que echo de menos a Sagre, me gustaría volver a verlo y hablar con él cara a cara. – Dijo Megrez.

¿Y por qué no vamos a verlo? – Dijo HeasseAsí podría conocer a Sádar, podrías hablarle también de Viento, Marea y Tempestad. Seguro que se asombra tanto como nosotros la primera vez que los vimos.

 

Pues es buena idea, hablaré con mis padres para ver si podemos ir a verle. – Dijo Megrez lleno de alegría.

Entonces Megrez fue a hablar con Díadra y Phenatos les contó sus intenciones de visitar a su hermano. Ellos estuvieron de acuerdo en que lo hiciera, y le indicaron que lo avisara con antelación de su visita, para hacérselo saber y que diese su conformidad.

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