Buenos días Personas, espero que este junio que empieza hoy os traiga cosas maravillosas. Hoy hablaré sobre los autores que se entromenten demasiado en sus libros.
Lo que os traigo yo hoy es una crítica a esos autores, que te dicen y repiten como tienes que interpretar y entender su obra, con comentarios directos de la mano del narrador, cambios en la forma de ser y actuar de los personajes sólo para favorecer a la trama y mi favorita (a la hora de detestarla) : las moralinas.
Cuando leo una moralina, me imagino al autor o autores creyéndose un ser superior, con una vida perfecta y con la potestad de meterle en las vidas de gente que no conoce de nada y decirles lo que deben hacer. Porque seguro que ese escritor o esa escritora llevan una vida perfecta y son tan felices que se permiten el lujo, o la deferencia, según si lo ven ellos, de darte una directriz para mejorar nuestras insulsas y patéticas vidas. Pues bien, eso no se hace, de los muchos motivos por los que la gente lee microrrelatos, cuentos y novelas, dudo mucho que se encuentre el de recibir una regañina moral y un sermón sobre la vida, ni siquiera los libros de auto-ayuda se permiten el lujo de juzgarte y soltarte un: «te perdono, ser infeliz, porque eres inferior, pero ahora haz lo que te ordeno» seguido de unas palmaditas en la cabeza. Está bien querer decir cosas, de hecho, si no se tiene nada que decir el escritor se queda sin nada que contar, (recordad que ya hablamos sobre lo que se dice, llamado estructura superficial, y lo que se quiere contar, llamado estructura profunda) y eso hace que sus obras, aunque gramaticalmente impolutas y estilísticamente preciosas quedan huecas por dentro, al carecer de un alma, que es el mensaje que debe tener todo escrito. Porque un mensaje, aunque venga a decirnos que tenemos hábitos poco saludables, no impone una idea, viene a ser un :»aquí ha pasado esto, por estos motivos, si te ayuda bien, sino, espero al menos que te haya gustado».
Mi segunda intromisión de los autores que detesto bastante es cuando un escritor usa al narrador para decirte como debes de entender lo que está sucediendo en su obra. Para mi es como coger al lector de la mano e irle emitiendo juicios morales, para que se quede con que personaje es bueno y cual es malo, porque, ¿Es tan horrible dejar que la historia se desarrolle y que cada lector saque sus propias conclusiones sobre lo que está bien y lo que está mal? Creo que no. Os pongo un ejemplo: Alexandre Dumas, en su obra «El conde de Montecristo» utiliza constantemente al narrador para emitir juicios de valor sobre los personajes, para dejarte bien claro quien es el bueno y quien es el malo, términos que para mi no existen, porque alguien puede buscar un bien mayor a través de unas acciones cuestionables y causando un daño en el momento presente, pero que en un futuro se entenderán porque fueron y se verá que era la mejor opción, o al revés, un personaje puede actuar de la manera mejor para todos y que siente bien a todo el mundo, sin pararse a pensar, que eso, el día de mañana, ocasionará muchos quebraderos de cabeza.
En cuento a los cambios de personalidad para favorecer giros narrativos ¿Es tan difícil tomar decisiones narrativas y argumentativas, teniendo en cuenta las circunstancias que afectan a cada personaje y su forma de ser y ver el mundo? Pues parece ser que para esos autores sí, esos que no dejan a sus personajes expresarse de manera natural y te cuentan como viven ellos las cosas, sin pararse a pensar si es algo que forma parte de su carácter, sencillamente usan a los personajes como marionetas, para que den significado a su obra.
Los personajes pueden cambiar su forma de ser y actuar, no es imposible, las personas (no olvidemos que los personajes son reflejos de personas), cambian y evolucionan, a veces de manera rápido y otras de forma más lenta, pero esos cambios de deben a algo, no puede ser que un personaje cobarde, de buenas a primeras, tengo un arrojo de valentía, si no hay un motivo para ello, y de la misma manera, un personaje con un sentido del deber muy fuerte no se quedará de brazos cruzados si delante de él se comete un acto que considere injusto, a menos que haya algo que justifique su inactividad.
Pues todo eso sucede, a menudo se nos presentan a los personajes de una manera concreta y determina, y de repente, por «exigencias del guión» ese personaje, traiciona todo lo que es y en todo lo que cree, para que la historia vaya por unos derroteros u otros, como ese protagonista fuerte y valiente, que deja escapar al asesino, aun pudiendo haberle detenido, solo para irle a buscar más tarde y de paso vivir más aventuras en el camino, antes de derrotarle, eso, me parece una falta de imaginación y unas ganas tremendas de no salirse de los tópicos convencionales.
Como escritor, trato por todos los medios de evitar estas tres situaciones, aunque me lleve mucho más trabajo de revisión y reescritura, porque sé que todo el texto mejorará y la historia será mucho más amena y divertida de leer.
Eso es todo por ahora, sed buenos, leed en la medida que podáis y, si os apetece, tratar de encontrar algunas de las cosas que hemos comentado en esta publicación. Para cualquier cosa, ahí tenéis la caja de comentarios.